De carretillero del Ikea al Molinón

TORRE DE MARATHÓN

© Arnaldo García

El técnico del próximo rival deportivista jugó en la base del Oviedo y trabajó en la empresa sueca de muebles

24 ene 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Pocos entrenadores llegan a un club por aclamación. José Alberto López, sí. El Molinón cantó su nombre antes de que el fútbol profesional lo conociese. La labor del técnico en el filial, al que en dos años llevó de Tercera a la fase de ascenso a Segunda con un fútbol alegre y de la mano de un joven grupo de promesas, enamoró a primera vista a una hinchada que no dudó en elegirlo para rescatar a su equipo. Y ha ratificado las expectativas. Su salto mortal hasta el profesionalismo le ha llevado a sentarse en el banquillo de un histórico y candidato al ascenso con una naturalidad admirable y a obtener resultados inmediatos.

Técnico vocacional, y antes futbolista que con solo 20 años tuvo que colgar las botas por enfermedad, ni su juventud (ahora tiene 36), ni las dudas sobre su supuesta querencia por el eterno rival Oviedo (palabras mayores en Asturias), ni el indudable bajón de glamur respecto al despedido Baraja le han impedido ser profeta en su tierra y que El Molinón vuelva a rugir. El entrenador del próximo rival deportivista comenzó a entrenar en el modesto Astur a chavales de 4 años con los que llegó a ser subcampeón de España. Luego preparó al Covadonga, al que rescató de las últimas posiciones de Tercera y casi clasifica para la promoción.

José Alberto se declara un sportinguista de Oviedo. Nació en una familia con simpatía por los dos irreconciliables clubes asturianos: la rama de su padre procede de la cuenca del Nalón y es muy sportinguista, mientras que él se crio en la capital y hasta llegó a militar en la cantera del equipo del Tartiere. «Vivíamos en Oviedo por motivos laborales, uno no elige dónde nace, pero siempre fui del Sporting», se ha tenido que defender en múltiples ocasiones.

Como entrenador lleva una década en las categorías inferiores del club gijonés, donde llamó la atención muy pronto, y en varias ocasiones ha visitado Galicia al frente del juvenil o del Sporting B. Por aquel entonces, compaginaba su amor por el fútbol con su trabajo como carretillero y reponedor en Ikea. Es más, su más reciente labor en la base del Sporting se desarrolló durante una excedencia laboral de la que aún estaba pendiente hace dos veranos. Hasta ese momento, la figura que ahora ha vuelto a ilusionar a los rojiblancos con el regreso a Primera se pegaba madrugones para montar muebles y trasladar mercancía en el almacén de la empresa sueca. De su mano ha regresado al Molinón un cuerpo técnico forjado íntegramente en Mareo, así como Javi López, el entrenador que abrió esta temporada en el banquillo del Lugo y que en su regreso a Gijón desempeña el rol de técnico auxiliar.

Buen balance

El estilo de juego con el que la mareona se ha vuelto a ilusionar integra fichajes con cantera. En los once partidos (incluida la eliminatoria de Copa contra el Valencia) que lleva, el Sporting ha logrado cinco victorias, cuatro empates y solo dos derrotas, en un balance liguero con el que ahora mismo sería segundo clasificado, si la Liga hubiera comenzado a finales de noviembre. Como ya se ha disputado la primera jornada de la segunda vuelta, su equipo marcha undécimo a cinco puntos de la promoción.

Desde un sistema 1-4-5-1, con un triángulo en el centro del campo donde llaman la atención el canterano Nacho Méndez (titular en Riazor en la primera vuelta aún con el anterior técnico) y Cristian Salvador, al que José Alberto incorporó del filial, aunque en su currículo figuran cuatro campañas en Segunda B con el Zamora y otra más con el Sestao. Su gran éxito está siendo recuperar el olfato goleador del serbio Djurdjevic, el fichaje más caro de la historia del club (pagó 2,5 millones de euros por él al Olimpiakós) y el único jugador de Segunda capaz de marcar en las tres últimas jornadas. Llamó la atención especialmente el que le endosó hace dos domingos al Albacete, cuando recibió de espaldas un saque de banda, se giró y corrió potente hasta la frontal, donde soltó un latigazo que se coló pegado al poste. Todo un aviso de que el Sporting de José Alberto va en serio.