El Dépor fue lo suficientemente superior al Málaga como para ganar. El partido empezó con mucho ritmo, sin ocasiones muy claras, solo para el Deportivo en el primer tiempo, pero es que el Málaga se plantó en Riazor un poco como lo habían hecho antes el Sporting y el Granada, muy replegados y a la espera de una equivocación. Es cierto que daba más sensación de peligro porque dispone de buenos furbolistas, pero el Dépor apenas sufrió.
No le hizo excesivo daño a los coruñeses verse por detrás en el marcador. Como ocurrió en Tarragona la semana pasada, el Dépor es capaz de superar estas situaciones. Se lanzó a por el empate y lo consiguió pronto. Quedaban muchos minutos por delante para alcanzar el 2-1 y lo podía haber logrado, pero la inexplicable decisión arbitral marca todo lo que ocurrió luego.
Es cierto que eché en falta en el Deportivo algo más de mejor circulación de balón por dentro. Llegaba bien, especialmente por la banda de David Simón, pero los centrocampistas no estuvieron cómodos en este partido como en otros. Creo que el rombo echó de menos a Vicente Gómez, porque Didier Moreno y Krohn-Dehli no estuvieron bien con el balón, no le dieron la velocidad que requería para superar a un equipo tan replegado. También eché de menos a Cartabia, y eso sucederá siempre que no esté, pero más al jugador canario y a ese funcionamiento del rombo en el mediocampo que parece haber entendido a la perfección y desde el primer momento.
Me alegro mucho del tanto logrado por Carlos Fernández, pero más que por haber marcado, porque ahora, como lo ha hecho ya, le valdrá para que todos hablemos menos de que le faltaba el gol y más de todas las cosas que le da a este Deportivo, que son muchísimas.