La mili del capitán Bergantiños

TORRE DE MARATHÓN

El centrocampista de La Sagrada se ganó la plaza en el Dépor con una exitosa cesión en Tarragona, donde marcó su primer gol, el de la salvación del Nástic

29 sep 2018 . Actualizado a las 18:53 h.

Pelacanyes, les dicen. Es el turco de A Coruña, el culé del Barça o el merengue del Madrid. Pelagatos, en la versión más cruel. Gente humilde, en la más popular entre los hinchas del Nástic, quienes se reconocen en el término. Esa es la que le encaja a Bergantiños, modesto hasta al hacer flashback. «La verdad es que no tuvo mucho mérito». Un día después de sostener a los de Tarragona en Segunda, el centrocampista de La Sagrada restaba trascendencia a su gol. El primero como profesional; el que dejaba a los del Nou Estadi fuera del alcance de un Salamanca que enfilaba su desaparición. Ayer volvía a hacer memoria y el resultado era el mismo: «Fue un gol de poco mérito porque solo tuve que empujarla en la línea». Cazó el rechace de Miguel (portero del Albacete) al remate de Powell y lo envió a la red. 2-1 y el Nástic salvado de milagro tras haber cambiado de año (el 2011) como colista, con solo un par de victorias en 18 duelos.

En esa situación, los catalanes se agarraron a Juan Carlos Oliva y el técnico pidió un favor. Para dar empaque a la medular tarraconense miró al oeste y al sur. En Andalucía estaba Alex Bergantiños; en Galicia, el club propietario de los derechos del jugador. Tras dos cursos en Jerez, el coruñés encadenaba en Granada su tercer préstamo, cortado en enero por baja participación (siete partidos, solo cinco de titular). Mucho mejor le fue en el Nástic, donde se convirtió en imprescindible y acumuló méritos para una plaza en Riazor. «Mi paso por allí fue muy positivo -valora el de La Sagrada-, venía de jugar muy poco y apostaron por mí. Hicimos una gran segunda vuelta. Estuve muy cómodo tanto en la ciudad como en el aspecto deportivo».

Participó en 21 de los 22 encuentros que restaban cuando llegó. Fue suplente en los dos primeros y después encadenó veinte sin abandonar el once, con un alto por acumulación de amarillas en la jornada 37. El conjunto catalán se llevó ese día su derrota más abultada del curso en el Nou Estadi (0-3 contra el Granada). Concluida la 40, los pelacanyes bordeaban la zona de descenso, empatados a puntos con el cuarto equipo por la cola.

En la 41, el Salamanca caía como visitante en la cancha del Barça B y sin salir de Cataluña, el Nástic festejaba la salvación. Lo hacía con remontada. Al tanto de Tato le respondió otro de Sanchón; y en el minuto 53, se estrenaba Bergantiños. «Solo tuve que empujarla», insiste, antes de reconocer la importancia de su acción: «Fue el gol que nos daba la permanencia en el penúltimo partido. Me hizo mucha ilusión porque habían viajado todos mis amigos de A Coruña a verme». Los colegas del centrocampista iban a ahorrar en viajes una temporada después. El coruñés se hizo indispensable para Oltra en la campaña del ascenso. Nadie jugó tanto como él. Concluía la mili, asomaba el capitán.