El pleno de Quique González

Pedro José Barreiros Pereira
Pedro Barreiros A CORUÑA

TORRE DE MARATHÓN

GONZALO BARRAL

En solo 4 remates a puerta en 4 jornadas ha igualado en el Dépor los 4 goles del curso pasado

26 sep 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El tópico de las rachas de los goleadores se convierte en la hoja de ruta de la trayectoria de Quique González. Jugador diez en el vestuario y de esfuerzo sin fin para el colectivo, el feliz pichichi deportivista disfruta de su ola buena en este arranque liguero. Acumula cuatro goles y, sobre todo, su acierto ya ha sumado seis puntos en el casillero de su equipo: contra el Extremadura, en el primer triunfo liguero, y el pasado lunes.

El olfato del delantero se ha afilado tanto, que apenas ha necesitado cuatro remates para acertar otras tantas veces con la red. Un filón que Natxo González está tratando de explotar al máximo y, no por casualidad, alineó al atacante casi todo el partido cuando apenas regresaba de una lesión muscular. El técnico había insistido en la necesidad de que su equipo mejorase su solvencia en el área rival, y cómo mejor que desde las botas de un delantero con estrella.

No hay otro en Segunda amparado en un acierto como el suyo. De sus siete remates totales, uno se ha estrellado en el poste (el izquierdo de la portería de Pabellón contra el Granada), pero nada menos cuatro se han dirigido entre los tres palos para acabar en gol. Es cierto que Rubén Castro (37 años) lidera la clasificación del máximo goleador de Segunda con seis tantos, que Enric Gallego acaba de protagonizar un hat trick para alcanzar los cinco esta temporada y que Puertas, quien en Riazor apenas chutó una vez, lleva otros cinco desde la banda, pero ninguno presume de la seguridad del deportivista, con dos penaltis transformados y otros dos disparos en juego que se han dirigido entre los palos para acabar en gol.

Claro que no siempre fue así. La fama de goleador de Segunda que avaló la llegada de Quique a A Coruña procede de aquellas dos últimas temporadas en el Almería, cuando sumó 33 goles. Sin embargo, había protagonizado un doble fiasco en la más reciente en el Osasuna, pues encalló en los cuatro tantos todo el curso (jugó 42 partidos) y su equipo, recién descendido, no se clasificó para la promoción.

El punto álgido de la gris estancia en Pamplona llegó precisamente frente a su actual técnico. A mediados de marzo, el equipo navarro cayó (1-2) en casa precisamente frente al Zaragoza de Natxo González. Un gol anulado que debió ser legal y la comparación con Borja Iglesias, que tuvo dos y las marcó, dejaron malparado al atacante. «Hoy necesito agradecer la confianza a todos los que seguís creyendo en mí, a los que valoráis mi trabajo y mi fútbol. Aunque a veces no tenga recompensa, seguiré peleando hasta el final». Es el tobogán del pichichi deportivista, el lema de un delantero irreductible.