Hora y media buscando a un hombre gol

TORRE DE MARATHÓN

MARCOS MIGUEZ

La falta de acierto en un frente de ataque despoblado de especialistas retrasó la victoria hasta el final

10 sep 2018 . Actualizado a las 00:40 h.

«Fútbol». Dani Giménez dio con la palabra precisa para resumir la hora y media de Riazor, y el resto de horas y media de esta temporada y las anteriores. Lo del Sporting, en concreto, fue así: once contra once que de repente eran diez, que si ya no querían salir de su campo cuando estaban tantos como el rival, menos iban a querer con la inferioridad numérica como coartada.

El veterano meta del Dépor lo fue antes del Betis, y por ahí, hilando, aparece un técnico que también fue verdiblanco antes que blanquiazul. Pepe Mel, ese era, compartió una vez en Sevilla su visión del juego de pelota al que ayer se refirió el portero en zona mixta: «Hay un balón, un equipo enfrente y hay que meter ese balón dentro de tres palos con una red». Y ahí, el «fútbol» se torció para el conjunto coruñés. Porque para encajar el cuero entre los 2,44 por 7,32 que delimitan los postes y el larguero hay que tener cierta potencia y bastante precisión. Muchos practicantes del «fútbol» viven de eso. Se llaman delanteros y el Deportivo tenía la semana pasada tres y medio con ese cartel. El domingo a las 20.45 ya solo disponía de uno, y hacia las 22.30 no le quedaba ese siquiera para hacer subir a un marcador inexistente [cosa de las obras] las diferencias de intención y puesta en práctica entre el equipo local y el de Gijón.

Duarte, a otro nivel

Perdido Carlos Fernández, incapaz de todas formas de enviar a la red las dos claras ocasiones de las que gozó, quedaba solo el recurso de convertir a otro cualquiera en hombre gol. Funcionó en la jornada uno, en el estreno a domicilio; cómo no iba a funcionar en la cuatro con el diezmado público a favor. Entonces se encargó Duarte y esta vez Marí. Bien podría haber repetido el portugués, tan sobrado en una segunda categoría que no hay papel que no parezca hecho para él. Pero mejor diversificar por si la plaga del ariete se extiende y hay que seguir persiguiendo victorias sin rematador. Marí sacó además partido extra del cabezazo. Inesperado titular por delante de Bóveda, redondeó con el 1-0 un notable registro como central y apagó el ruido del murmulló que aún coleaba tras su anterior acción.

Ese disparo que nació tan lejos de los famosos tres palos como murió, levantando a Natxo González de su asiento para renegar en alto y volver a él. «Nos ha faltado contundencia en el área rival», reconocería después el técnico, ya consumada la victoria.

Porque de eso se trataba, como en su día quiso explicar Mel. La frase que desentrañaba el misterio del fútbol proseguía así: «Cuando lo consigues [meter el balón] te dan un punto -eso era al Dépor de Primera, al de Segunda más le vale sumar de a tres-. El rival saca del centro, juega e intenta meter otro gol». Pero esta vez no. El Sporting se quedó sin tiempo de marcar. Ni de jugar.