No pierde el Dépor, pero vuelve a acabar perdido. Las tres salidas seguidas para asumir el regreso al infierno de Segunda le mantienen invicto, aunque no marca diferencias. Con matices distintos, describió en Albacete, Almendralejo y Tenerife un patrón parecido. Empieza ordenado, genera cierto peligro, marca y, cuando el partido empieza a consumirse, desaparece. Porque una cosa es defender y otra echarse atrás. Y hasta ahora no ha sabido hacer lo más sencillo, gestionar un marcador favorable desde la jerarquía que se le presupone en una categoría como Segunda. Conservar el marcador puede ser un arte o un tormento. Y por ahora el equipo de Natxo González no hay manera de que transmita fiabilidad en el rasgo que más se asocia a los proyectos de su entrenador. El Tenerife pudo correr a su aire por ese pasillo central que en teoría blindan cuatro futbolistas en rombo. Y le pintó la cara en el segundo tiempo.
Es cierto que el Dépor no pierde, que lleva cinco puntos para empezar a construir algo mejor en los próximos partidos, cuando su rutina sea algo más que jugar fuera de casa. También tiene buena pinta la plantilla que se fue armando a retales, sin fichajes rotundos ni jugadores de los que venden camisetas. Pero al equipo todavía se le ven los andamios de la pretemporada, como al estadio. Cumple sin enseñarse todavía como un verdadero candidato al ascenso directo.
A ese «sí pero no» se unió en Tenerife Dani Giménez. Sobrio y eficaz durante los 270 minutos anteriores, en la última jugada se tragó un gol que recuerda a la temporada pasada. Cuando ya nadie lo esperaba, tan al límite como la salida de Albentosa, anunciada ya consumido el mercado de fichajes.