La enésima lección

TORRE DE MARATHÓN

03 ago 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La temporada pasada fue dura. Muy dura. Tanto como para que muchos aficionados hubieran optado por romper el carné y dar por zanjada su vinculación contractual, que no emocional, con su club. Es lo que, habitualmente, sucede en la mayoría de las ciudades que sufren un año así. No ya solo por perder la categoría, sino por cómo sucedió. Con un equipo arrastrándose por los campos en algunos momentos. Con un vestuario que, en muchos casos, exhibió indolencia. Con una sensación de que solo la grada conocía el significado de la palabra vergüenza. Con un consejo de administración superado y desubicado.

Sin embargo, a pesar de todo, el deportivismo está demostrando que ni entiende de categorías ni de rendiciones. Y así, Riazor volverá a vestirse de blanquiazul la próxima temporadas. En un clima de descontento general, más de dieciocho mil deportivistas ya han retirado su abono. Y aún faltan dos semanas para que el balón comience a rodar y cinco para que el campo coruñés albergue el primer partido de la temporada.

Unos datos, que fuera de Coruña pueden llegar a extrañar, pero que en la capital herculina se asumen con absoluta normalidad. Va en los genes. Casi siempre fue así. La excepción de la regla fue un pequeño período de tiempo a finales de los setenta y principios de los ochenta. Este año, se está produciendo la enésima lección de una hinchada que lo que pide ahora es ser correspondida en el verde.