Thiago y Rodrigo, mucho más que un lazo sanguíneo

Colpisa

GRADA DE RÍO

JUAN MEDINA | REUTERS

Ambos son amigos de la infancia de su etapa en Vigo

12 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

«Es peculiar poder llegar a este nivel, a todo un Mundial, con tu amigo de la infancia. Era difícil imaginarse que podríamos estar aquí representando a España en el Mundial. Estoy muy contento por estar aquí y más por compartir este sueño con él», explicó Rodrigo Moreno (Río, 1991) cuando le preguntaron por su relación con Thiago Alcántara (Brindisi; 1991), ese niño con el que compartía colegio y muchas horas de juegos en Río. «Es uno más de mi familia. Como si fuera mi hermano o mi primo», concreta. No tienen lazos sanguíneos, pero se consideran primos porque sus padres, el mítico Mazinho y Adalberto Machacado, también brasileño, pero al que las lesiones le impidieron mostrar las virtudes que se le intuían como carrilero, son sus padrinos ya que han pasado media vida juntos.

Tras coincidir en Brasil (jugaban en el equipo de fútbol sala de la escuela de la categoría prebenjamín del Flamengo) lo hicieron en Vigo, donde aterrizaron al final de la década de los 90 sus padres. Mazinho creó una escuela de fútbol en Vigo y se llevó a Adalberto como director aunque aquello duró solo tres años. Siendo «unos renacuajos» deslumbraron en los infantiles del modesto Ureca (ahora Escola Deportiva Val Miñor), un club de Nigrán, en la comarca de Vigo, junto a Rafinha... Aunque este último al principio, en edad alevín, era portero antes de decidir atacar la meta rival y no defender la propia como su idolatrado Richard Dutruel.

Diamantes en bruto

Thiago, que solía dormir en casa de Rodrigo cuando Mazinho viajaba por negocios, se fue en el 2005 al cadete del Barcelona, como su hermano, y Rodrigo optó por el Celta, donde estando en el juvenil vio el acceso al primer equipo algo ocupado por Diego Costa, cedido por el Atlético, y un prometedor punta del filial (Iago Aspas).

Además, las necesidades económicas del club, donde su padre trabajó de ojeador, hicieron que fuera casi obligatorio su traspaso al Real Madrid (por solo 300.000 euros) en el 2009, antes de que, tras ser citado por Pellegrini para el primer equipo, fuera vendido al Benfica por seis millones con opción de recompra. Tuvo un breve paso por Inglaterra (cedido en el Bolton, donde su padre le arropó viviendo con él) pero terminó de despuntar en el Benfica.

Estos amigos, todos con genes brasileños, optaron por representar a España mientras que Rafinha, hermano de Thiago, se decantó por Brasil en el 2012, meses antes de aquella decepción de España en Londres. Aunque el ahora interista estuvo en los Juegos de Río con Brasil ahora no podrá ver a su hermano y su «primo» en Rusia.

Nunca han perdido el contacto y cuando las lesiones les han golpeado han estado cerca unos de otros, pese a la distancia. Los kilómetros que les separaban nunca han sido un problema para esta familia, aunque unos se apelliden Alcántara y el otro Machado. «Tengo bonitos recuerdos. Incluso antes de venir aquí, en casa, revisando con mi madre fotos de cuando éramos pequeños. Jugamos una especie de Mundialito en el 2001, en el que cada colegio era una selección y nosotros éramos Inglaterra. Es gracioso ver que ahora estemos todos en un Mundial de verdad», dice rememorando tiempos pasados, como aquellos en los que lideraron a Galicia pero solo pudieron ser subcampeones en un torneo infantil estatal disputado en Mérida o cuando ganaron, con el modesto Ureca, la Liga Gallega tras ganar en el decisivo duelo al Celta, y en A Madroa.