Albentosa: «En Navidades tuve que recurrir a un psicólogo para cambiar el chip»

TORRE DE MARATHÓN

GONZALO BARRAL

El central, que está ofreciendo su mejor versión, explica cómo la presión llegó a superarlo

12 abr 2018 . Actualizado a las 17:50 h.

Una frase recurrente en el mundo del fútbol a la hora de hablar de la presión que pueden sufrir los profesionales la acuñó hace años John Benjamin Toshack. Fue cuando se refirió a que la verdadera presión es la que sienten los mineros cuando tienen que madrugar cada día para dar de comer a sus hijos y aun así no siempre les llega el jornal. Sin embargo, la realidad es diferente. Y en una sociedad marcada por las exigencias, los futbolistas no son una excepción.

En A Coruña, Raúl Albentosa es un ejemplo. Un jugador de Primera, con una mujer y dos hijos, que un día se dio cuenta de que algo no funcionaba en su cabea. Cada partido, cada pito, cada crítica lo iban minando hasta que dijo «¡Basta ya!»: «En Navidades tuve que recurrir a un psicólogo para cambiar el chip». Meses después es capaz de convivir con esa presión y atraviesa su mejor momento de la temporada. «El míster también tiene mucha culpa en ello», admite.

-¿Cómo llega un futbolista de élite, con familia y una buena posición social a esa situación? ¿Es la presión del campo? ¿Los malos resultados?

-Es todo un poco. Hay jugadores que son capaces de desconectar y dejar el fútbol en el campo. Yo no. Me lo llevo a casa, porque desde pequeño llevo el fútbol muy dentro. He sido recogepelotas, entrenador, árbitro... Y quiero seguir haciéndolo hasta que me muera. Pero un día me di cuenta de que esto no podía ser así. Reflexioné y vi que muchos de los que habían jugado conmigo estaban en Tercera, Preferente, Segunda B... Y yo, en Primera. Y jodido. Y me di cuenta de que mi cabeza no podía seguir así. Que tenía que dar un paso más. Y así, en Navidades tuve que recurrir a un psicólogo para cambiar el chip.

-¿Es difícil asumirlo?

-Para mí no. Al venir de Inglaterra, estaba con la espalda fastidiada, y también me noté bajo y me lo recomendaron. Yo soy muy apasionado del tenis y he visto cómo grandes jugadores como Ferrer, tuvieron sus malos momentos y ahora están arriba. Creo que el trabajo del psicólogo es muy importante en el deporte. Aparte de Ricardo de la Vega (psicólogo del Deportivo), que es un profesional enorme, lo hago con Juan Carlos Campillo, que ha trabajado con muchos futbolistas. Me ha dado un cambio total, no solo a nivel de fútbol, sino personal. Mi vida ha cambiado.

-Esa presión del campo, con Riazor pitándole en algún partido casi desde el inicio, ¿le ha condicionado su día a día?

-Pues sí. No por el hecho de pitarme en el campo. A mí ahí no me importa. Lo malo es cuando vas con tu familia y... A ver, no es nada grave, pero alguna vez desde un coche uno te suelta algo o paseando te dicen esto o te miran de aquella manera... No es que dejara de salir, pero si antes bajaba diez veces con mi mujer y los niños, pues ahora voy a pasear dos. Es un ambiente negativo que intento evitar. Que acepto las críticas constructivas. Pero el que venga solo a insultar o pitar pues que venga al campo, que allí no tengo a mi familia. Es difícil.

-¿Cree que necesita un cambio de aires?

-Ahora mismo no. Le diré que este año he madurado muchísimo. Soy mejor futbolista y persona que hace dos o tres temporadas. Y ya dije que me había marcado el reto de hacer cambiar la percepción de la gente hacia mí y quiero hacerlo. Dios quiera que nos salvemos y se puedan dar todas las circunstancias.

-¿Significa eso que en Segunda no se quedará?

-No. Para nada. Tengo dos años de contrato y no me planteo otra cosa que no sea seguir. Pero me gustaría, lógicamente, seguir en Primera. Además con este cuerpo técnico, que más allá de que pueda jugar o no, creo que está aportando mucho al club.

«No soy un ladrón para tener que andar escondiéndome»

Además de tener que recurrir a un profesional de la salud, Raúl Albentosa ha contado con un aliado a la hora de levantarse. Se trata de Clarence Seedorf, un técnico que «no está teniendo la suerte que merece por el trabajo que está realizando».

-¿Qué parte de responsabilidad de su mejor rendimiento tiene Seedorf?

-Mucha. Voy a contar una conversación que tuve con él y que me ha marcado. Cuando llegó me preguntó cómo me veía y yo le dije lo que sentía. Me respondió que tuviera en cuenta para siempre que jugar o no jugar, que te critiquen más o menos y cualquier otra situación no puede influir para que tú des el cien por cien. Que hay que abstraerse de todo y confiar en uno mismo. Que él confiaba en mí.

-Sabiendo que la grada no le pasa una y que sacar el balón no es su gran virtud, ¿no sería más fácil evitar estas situaciones y dejar que sean otros compañeros los que asuman esa responsabilidad?

-Es que entonces no sería yo. Cuando juego al fútbol quiero que mi familia y mis amigos me reconozcan. Y yo no soy de esconderse fuera y tampoco en el campo. No soy ningún ladrón para tener que andar escondiéndome.

-¿Qué siente cuando escucha que a los jugadores les da igual lo que pase?

-Le diré que cada partido que perdemos siento vergüenza y desde que estoy aquí han sido demasiados. Pero aunque fuéramos el presupuesto más bajo de Primera. Yo no sé perder.

-¿Hay vida?

-Yo creo que sí. Y lo digo de corazón. Está claro que dependemos del Levante. Lo cual puede provocar que incluso ganando nosotros lo que tenemos que ganar no nos llegue. Pero confío. Hay que tomarse los tres próximos partidos como una vuelta ciclista y nosotros ser Induráin para ganar las tres etapas. Pienso que estamos capacitados para hacerlo.