Hay vida ahí arriba

TORRE DE MARATHÓN

César Quian

Los delanteros del Deportivo aparecen por fin para darle a su equipo una agónica victoria

07 abr 2018 . Actualizado a las 00:34 h.

El Deportivo necesitaba tanto a sus delanteros, tanto se hartó de reclamarlos la grada, tanto de invocarlos su entrenador, que al final acudieron todos de golpe. Los del pasado, el presente y el futuro, agolpados en un solo día. Volvieron los Adrián y Lucas que fueron, y se mezclaron con los que son. Comparecieron un buen rato los de esta temporada, y se hincharon a fallar ocasiones claras mientras el míster se apretaba con fuerza la calva, incrédulo, pese a llevar ocho jornadas asistiendo al mismo ritual (nueve si contamos la que vio por la tele mientras Cristóbal capitulaba en Anoeta). Y entre el Lucas que se topa con manos prodigiosas de Chichizola o Dimitrovic, el que se estrella con Diego López a once metros de distancia, asomó la versión que partió hace año y medio, despidiéndose desde el punto de penalti, derrotando al Eibar antes de volar.

Se apareció allí, a la altura de la pena máxima, con su primer doblete de la temporada. El más largo de la historia de la Liga. Una vuelta entera para meter dos. Cerrado el círculo, juntó las manos y pidió perdón. «La celebración es porque sé que la afición no está contenta conmigo, y yo tampoco. Es una manera de pedirles disculpas», explicó después, como si hicieran falta aclaraciones.

Como en un fallo de sistema, el Lucas de ayer y el de hoy se cruzaron sin coincidir. Y el que se fue abrió enseguida la lata, y el que volvió se encontró con el instante de gracia de Roberto y repartió asistencias soberbias que sus compañeros no acertaron a convertir en gol.

Porque cuando metió ese fenomenal pase entre los zagueros para Adrián, fue el nuevo capitán quien se plantó solo frente al meta. El que se enteró por un desliz en un vídeo de que era el favorito del técnico holandés, y lo confirmó más tarde al encontrarse el brazalete apoyado sobre su camiseta en el vestuario. Y ese chutó contra el portero. Pero llegó a tiempo el del 2011, y como en aquella temporada, le volvió a marcar al Málaga en Riazor. Lo hizo por dos veces. Una, asistido por Mosquera, que también ha sido uno y es otro sin necesidad de viajar a ningún lado de por medio. Otra, a pase de Borja Valle, que solo ha tenido minutos como el delantero de hoy, pero apunta a acumular horas en blanquiazul como el atacante del mañana. Especialmente, si ese mañana no llega con milagro de por medio y sucede en Segunda.

A su lado podría actuar otro aparecido en esa sesión bruja que acabó con la sequía de quince jornadas sin triunfo. Rolan brilló y marcó para el rival en un estadio que será el suyo. Al futuro llegó también el grito de auxilio del Dépor pidiendo gol.