Hermanos, padre y tres balones

TORRE DE MARATHÓN

GONZALO BARRAL

El deportivista Muntari es hijo de un exjugador profesional y su hermano juega en la primera portuguesa

31 mar 2018 . Actualizado a las 20:08 h.

Vino a enmendar errores de cálculo. Su fichaje fue un aval a aquellos que desde principio de temporada reclamaban una figura que aportase jerarquía táctica a un centro del campo confeccionado bajo el mismo patrón. El Deportivo necesitaba de su fútbol. Aún lo necesita. Él necesitaba al fútbol.

Sulley Muntari (Ghana, 1984) llegó al Deportivo quizás demasiado tarde. Su periodo de adaptación retrasó aún más su aparición y la sensación de que todavía no está en su mejor forma es creencia generalizada. Sin embargo, y pese a todo, el corpulento medio centro africano se ha asentado en la titularidad con Seedorf.

La necesidad le abrió el camino al once, sí, pero Muntari tiene algo más. Algo en lo que Seedorf cree a pies juntillas, el factor fundamental por el que el holandés es hoy entrenador del equipo. El creer cuando todo parece abocado a la tragedia.

«Por supuesto que cree en la salvación. Por supuesto. En el fútbol hace falta fe. Siempre que hablo con él me insiste en que cree. Que el equipo puede sobrevivir a esta temporada». Habla su hermano, Sulley Muniru, también futbolista profesional que vive una temporada plácida en el Tondela de la primera división portuguesa.

Los dos hermanos comparten posición, pasión e incluso pachangas veraniegas en su país natal. «Nunca hemos jugado juntos de manera profesional pero aún hoy, cuando vamos a África de vacaciones jugamos al fútbol. Jugamos con nuestros amigos. A veces en el mismo equipo. Es cuanto hemos podido jugar juntos más allá de cuando éramos niños»

Que el destino de ambos rodaría hacia el césped no debe soprender a nadie. «El fútbol lo llevamos en la sangre en nuestra familia. Mi padre era futbolista y después fue entrenador de un par de equipos de la liga profesional nigeriana. Cuando éramos niños ya sabíamos que acabaríamos jugando al fútbol». De casta le viene a estos galgos.

Ambos hermanos comparten impresiones a diario. Pese a que el fútbol ha sido benévolo imponiendo pocos kilómetros entre ellos, el teléfono termina por eliminar las distancias. «Hablo con él y me dice que le encantan los jugadores, el club y la organización que hay. El Deportivo no es un equipo cualquiera, tiene muchísima historia. Espero que se pueda quedar más años, creo que a él le gustaría». La pregunta surge sola, ¿incluso en caso de descenso? «Ahora está centrado en ayudar al equipo pero si finalmente no se consigue no me extrañaría que quisiera quedarse. Por la forma en la que me habla veo que realmente le gusta el club. Para mí no sería una sopresa que quisiera quedarse aún en segunda división».

Las esperanzas de salvación, bajo mínimos en la grada y encomendadas a poderes supraterrenales desde el vestuario, pasan en parte por que el excampeón de Europa con el Inter se reencuentre con el fútbol que le llevó a algunos de los grandes escenarios del fútbol y a reinar, de la mano de Mourinho, en el viejo continente. El Deportivo podría parecer un paso atrás en su carrera, algo que causa sorpresa a su hermano. «No. Nunca. Es un reto en una de las mejores ligas del mundo», asegura antes de mostrar su predilección por Andone. Al delantero le sigue la pista desde sus tiempos en el Steaua de Bucarest y que, hoy, busca la machada junto a su hermano.