Un saco de goles de recuerdo

TORRE DE MARATHÓN

JAVIER SORIANO | AFP

La extraordinaria noche de Rubén en el Camp Nou no evita la goleada, pero afianza al esforzado meta

18 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Detuvo un disparo lejano y dos remates a bocajarro, salvó un mano a mano, rechazó un lanzamiento de penalti, se alió con la madera... Transformó hasta un gol en fantasma. La noche fue de Rubén y del Barça. El meta recogió cuatro veces la pelota de la red, pero evitó el bochorno colectivo de tener que recogerlo una docena. Él y sus palos fueron los únicos que se interpusieron entre una derrota dolorosa y el escándalo, aliviando el desastre que sucedió a su alrededor, con futbolistas locales llegando sueltos al área grande y la pequeña, con centros laterales sin estorbo cruzando a un par de metros de la línea. Rubén Martínez, mérito al trabajo, tuvo premio al esfuerzo en un día que no pasará a la historia. No fue redonda la cita ni la fecha: hoy (y no ayer) se cumplen 13 años de su debut; en el Camp Nou, defendiendo a los de casa. Es la cruz sin fin a la vista que cargan los ocupantes del arco blanquiazul desde que Fabricio se marchó a Turquía y sus sucesores empezaron a multiplicarse. Condenados a trascender solo en partidos de cero puntos. Son más de media docena de señalados por errores que cuestan puntos, reivindicados en la derrota más holgada del curso.

No había perdido aún el conjunto coruñés por cuatro goles de diferencia, y lo hizo en casa del líder. Si el desenlace entraba en lo probable, lo más duro fue el proceso. Sin tirar a puerta, con las vías hacia Ter Stegen cerradas, y el equipo roto en el tramo de césped que va del centro del campo a la frontal del área. Desatado Paulinho, que llegó completamente suelto a zona de riesgo.

Fracasó la linea ofensiva en la presión coordinada (pocos son capaces frente al Barça), fracasaron además los pobladores de la medular en los acompañamientos, y fracasó la zaga, especialmente en sus costados, aunque el resultado se materializara por el medio, donde se acumularon los objetivos para las marcas.

El descosido empezó en un error de los de costumbre. Esta vez fue Navarro quien tardó en dar el paso al frente, rompiendo el fuera de juego. Media hora aguantó la fórmula. A partir de ahí, solo Sidnei estuvo a la altura del portero de Coristanco.

El brasileño se reivindicó en otra mala jornada para el grupo, como la de Sevilla. Está recuperando su nivel de costumbre, con más de media temporada por delante. Hay central y, a punto de abrirse el mercado de invierno, asoma un meta. En él se detuvo el que manda. «Prefiero quedarme con el partido de Rubén, que estuvo soberbio -alabó Tino desde el palco-. Ya que tanto se ha hablado de porteros...». Piropos y un saco para el recuerdo.