Seriedad y fantasía del Deportivo en Riazor

TORRE DE MARATHÓN

El Dépor alcanza su cuarta victoria de liguera desde el trabajo defensivo y el liderazgo de Çolak

10 dic 2017 . Actualizado a las 23:06 h.

Las alineaciones comienzan a recitarse por el portero. En el caso del Dépor, deberían empezar por el mediapunta, Çolak, un jugador de una capacidad de mejorar todo aquello que toca como pocos. Frente al Leganés, cuando su equipo más necesitaba a alguien capaz de zarandearlo mientras lo agarra por la pechera y le pregunta a qué se ha dedicado en las catorce primeras jornadas, el turco pidió la vez y llevó a su equipo a la victoria. Claro que también habría que pedirle cuentas a él, tan especial como anecdótico en la trayectoria deportivista del curso.

Hasta este domingo, cuando su liderazgo emergió desde la solidaridad, el trabajo y la seriedad de sus compañeros. Porque todos trabajaron, apretaron y se dejaron la piel por estos tres puntos en la escuadra blanquiazul más concentrada en su fútbol del curso. Solo así se explica que los puntos de este partido plano, sin ritmo de principio a fin, ni más emoción que en los instantes finales por el corto 1-0 local, se quedasen en un Riazor que lo celebró por todo lo alto.

 

No era para menos. Los coruñeses habían saltado al campo igualados con el descenso. No ganaban en Liga desde el 30 de octubre en Las Palmas y en casa no se disfrutaba una tarde como la del sábado desde el 30 de septiembre, contra el Getafe. Ahora la clasificación sigue preocupando, pero el derbi contra el Celta de dentro de quince días ya no se revela a vida o muerte. Este Dépor tiene pulso. Se lo devolvió Çolak, autor de la jugada del gol y de todo lo que mereció la pena, por más que su chut sin oposición desde la frontal del área se encontrase con un Cuéllar que dejó el balón suelto a sus pies y que Raúl García, en su afán por despejar ante la llegada de Lucas, se encontrase con la cabeza de Adrián, que empujó a la red.

El turco convirtió en oro todo lo que tocó, pero sobre todo contó a su alrededor con aquello que necesitaba: un bloque competitivo en el que nadie se escondió. La acción, en la que participaron las tres patas del ataque deportivista, bien valió los tres puntos, que se decidieron así por un gran acierto y una sucesión de errores. En realidad, el partido, en especial la primera parte, consistió en eso: equivocarse poco y sobrevivir a un adversario capaz de aprovecharlo.

La segunda transcurrió entre el quiero y no puedo visitante, y con el Dépor bien parapetado en defensa. La receta que exprimió se volvió tan similar a la inicial, que Cristóbal tardó una eternidad en hacer los cambios. Nada quería mover de aquello que parecía funcionar como un reloj. Aún así, las mejores ocasiones sonrieron al bando blanquiazul, que mereció no solo una vez, sino varias, marcar el segundo y disfrutar de una ventaja más cómoda en el marcador para poder soltar de una vez su fútbol.

Carles Gil chutó a la escuadra en una espléndida rosca que repitió poco después, pero entonces se le marchó alto, y el Dépor se despidió de su hinchada con otra acción entre el trío maravilla del ataque, con el pase de Çolak a la carrera de Lucas y el centro de este al corazón del área, donde Adrián buscó ajustar tanto su disparo al poste, que se le escapó fuera. El Dépor ha hallado un camino: no regalar una y poner la batuta en manos de Çolak. Que le dure.