imos dos Deportivos bien diferenciados. En la primera parte, a pesar de no estar excesivamente bien con balón -porque el equipo avanzaba bien por los costados hasta la línea de tres cuartos pero los centros eran inocuos-, el equipo podía irse al descanso con el marcador a cero, sin haber encajado, que sería tremendamente positivo después de tantos partidos recibiendo siempre al comienzo. Sin embargo, por culpa de no estar bien centrados, nuevamente en una jugada de estrategia, en un saque de banda rápido que te sorprende, el equipo se ve con el resultado en contra. En la segunda parte, el Deportivo no es capaz de generar ocasiones de gol claras, lo intenta a través del manejo del balón, pero es el Sevilla el que empieza a controlar el partido sin tener esa posesión y lo aprovecha para apuntillar con el 2-0. El Dépor, a partir de ahí, se encuentra con una muralla ante la que no es capaz de hilar una acción de talento con la que generar gol. Este ha sido uno de los partidos en los que el equipo ha generado menos acciones de gol ante un Sevilla que tampoco ha destacado defensivamente, sino que ha sido el Deportivo el que ha sido poco competitivo.
Por lo demás, me ha llamado la atención el cambio de sistema sin balón. El Deportivo nos tenía acostumbrados a ese 4-3-3 característico de Cristóbal y esta vez fue un 4-4-2, con Borges y Lucas siempre apretando arriba. Un hecho que desequilibró al equipo de dos formas: Borges y Lucas no eran capaces de robar y obligaban a Adrián y a Cartabia a tener que trabajar en su propio campo. Eso me costó entenderlo. Y luego, en la segunda parte, ya con Andone, había mucha gente arriba pero no había forma de hacerles llegar balones.
Pensando ya en el futuro, a lo mejor el Deportivo tiene que pensar en que no es tan importante tener tanto tiempo el balón, y sí tener un poco más el control del partido. Atacar menos veces pero siendo más letales.