El Dépor se vuelve un incordio

TORRE DE MARATHÓN

César Quian

La presión alta y solidaridad defensiva exigida por Cristóbal ya dispara los errores del adversario

06 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Llevaba Luisinho una rueda de prensa tranquila hasta que alguien preguntó por esa tendencia suicida del Dépor que permitía al rival acumular ocasiones claras. Por la preocupante capacidad del conjunto coruñés para descomponerse, especialmente en los primeros tramos de cada duelo. Ahí el portugués cambió el gesto, sintió señalada su parcela y despejó el peligro: «Si creéis que la defensa es la única culpable, no estoy de acuerdo. Un equipo como el Deportivo tiene que ser consciente de una vez por todas de que tienen que atacar once y defender once». Lanzado, sostuvo que «muchas veces defendemos con cuatro o cinco jugadores y eso no lo podemos permitir». Y aclaró, por si alguien no había echado un vistazo al plantel, que «no tenemos ningún Cristiano Ronaldo ni Messi para desequilibrar el partido». Sin fueras de serie para marcar diferencias, estas tiene que establecerlas el colectivo, afirmó el luso: «Con trabajo, siendo solidarios, estando unidos, solo así conseguiremos cosas».

El sábado la receta no dio puntos, pero sí transmitió sensaciones y arrancó aplausos que Riazor parecía haber olvidado en la derrota. Por el camino, enfangó aún más a un rival que funciona mejor en la tabla y en la cabeza de su entrenador que sobre el césped. Simeone elogió el juego de su equipo tras el duelo: «Respondió muy bien. La Coruña no tuvo ocasiones de gol». Enseguida reconoció, eso sí, que no solo los de casa habían estado cortos de oportunidades: «Nosotros tampoco tuvimos muchas». Ahí, en esa concesión del Cholo, enlaza el discurso del argentino con la reclamación de Luisinho.

El Deportivo («La Coruña», para el técnico del colchonero) dejó el sábado sin opciones de marcar a su adversario, que sin embargo fue capaz de hacerlo, aprovechando el palo del portero en una falta en la frontal casi llegado el descuento. Solo un poco a balón parado. Nada con el cuero en movimiento, porque la nueva fórmula blanquiazul se le atragantó a los rojiblancos, incapaces de trenzar jugadas. Fue el partido con peores cifras de acierto en el pase del Atleti.

El registro se quedó en un 73%, por debajo incluso de la cita de los madrileños con el Barça (75%). Con Pepe Mel al frente, solo una vez se habían logrado forzar peores cifras en el adversario: el Getafe no pasó del 57%. Un dato que complementa a otro, consecuencia de lo apretado de las líneas, ahora más alejadas de meta: el frente de ataque colchonero cayó más veces en fuera de juego que en las diez jornadas anteriores. La zaga se ubicó mucho más cerca de la medular que de costumbre y eso se refleja en el mapa de posicionamiento medio. Asumió Cristóbal el riesgo del juego directo que practica el oponente y el resultado manifiesta el acierto: no hubo balones aprovechables a la espalda de la línea de cuatro más próxima a Pantilimón.

Economizar esfuerzos

La tendencia de los metas disponibles a permanecer bajo el larguero parece desaconsejar la nueva fórmula, pero ni en Las Palmas ni el sábado en Riazor se registraron aproximaciones de uno contra uno frente al portero. A cambio, se favorecen las virtudes de centrales y laterales, mejores a campo abierto que atrincherados en su área. Ahora que los laterales economizan sus incorporaciones para facilitar la ubicación de los extremos cerca de la línea de banda, los carriles están también mejor blindados. Los mediocentros recorren muchos menos metros para dar ayudas.

Pinta bien la propuesta, más allá del casillero particular del nuevo, con tantas victorias como derrotas ligueras. Le falta, eso sí, sufrir el paso del tiempo. Atacar y defender con once, como reclama Luisinho, suele durar lo que dura el efecto agitador del relevo en el banquillo.