Mejores, individual y colectivamente

José M. Pose

TORRE DE MARATHÓN

César Quian

04 nov 2017 . Actualizado a las 21:40 h.

Hay cambios notables en el equipo y una mejoría evidente que el estadio reconoció. Se jugaba contra un rival de Champions que puede no estar a su mejor nivel pero tiene el tercer presupuesto de la Liga. Es cierto que faltó claridad y no se acabaron de plasmar las llegadas y el buen juego, que sigue el debe arriba, pero el equipo ha asimilado el trabajo en la presión avanzada y ayer lo evidenció dificultando muchísimo la salida del Atlético, que no estuvo cómodo ni un momento en todo el encuentro. El Dépor recuperó en pocos segundos tras pérdida.

El resultado no hace justicia a lo que se vio y sin ensañamiento, sí hay que señalar el lunar que se centra en la portería. En el gol, el balón entra por el palo del meta, que no reacciona.

De inicio, el equipo se distribuyó en un 4-3-3 muy voluble, como el que Cristóbal empleaba ya en el Fabril. Escalona ordenadamente a los jugadores en el medio del campo. Empareja al contrario desde arriba para la presión. Como ya se vio en Las Palmas, jugar con extremos puros les da a estos carta blanca para finalizar todas las acciones. En esa zona se puede perder balón sin que penalice demasiado. Eso hace que los laterales puedan ser más selectivos en sus incorporaciones al ataque y fabrica mucho dos contra uno, aparte de proporcionar mayor equilibro en la transición defensiva.

Todos son mejores cuando el colectivo funciona. Ese es el gran mérito del entrenador. Y es cíclico, porque esa mejoría individual repercute a su vez en el grupo. Los futbolistas han ganado en confianza, cada uno sabe lo que tiene que hacer y eso repercute en la solidaridad, porque se sabe que las carreras van a suponer una ayuda al compañero y no un esfuerzo inútil. Después de tutear a un equipo de Champions será más fácil enfrentar a rivales de menor nivel.