Cambio de entrenador, ¿victoria segura?

Toni Arda TRIBUNA

TORRE DE MARATHÓN

28 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Siguiendo el magnífico estudio sobre el impacto del cambio de entrenador publicado por mi colega Carlos Lago, investigador de la Universidad de Vigo, no tendría sentido destituir a Pepe Mel. En este trabajo, en el que se analizan 276 cambios de entrenador en las últimas temporadas del fútbol español, se concluye, que el cambio tiene un efecto positivo y significativo en el resultado de los equipos a corto plazo (primeros cinco encuentros), pero que el impacto es progresivamente menor hasta que, a largo plazo (hasta veinte jornadas posteriores al cambio), no tiene ninguna influencia positiva. Las directivas parece que no quieren preocuparse de las estadísticas, prefieren actuar de olfato, fundamentalmente, cuando, utilizando el heurístico de representatividad, encuentran casos en los que el cambio en el banquillo les ha ido bien a determinados equipos o a ellos mismos en ciertas ocasiones. Sin ir más lejos, en la temporada pasada el Deportivo se salvó del descenso destituyendo a Garitano, quizás muchos lectores no sepan que con Mel el equipo no mejoró significativamente los resultados previstos con el técnico anterior; quizás tampoco muchos no se han parado a analizar que los equipos que descendieron también habían hecho movimientos en el banquillo.

Consumado ya el cambio, creo que el Deportivo ha optado por la mejor opción de urgencia posible, sentar en el banquillo al míster del filial hasta el final de temporada; pero me pregunto si los jugadores se lo han creído.

¿Por qué no ha funcionado el efecto psicológico y motivacional del nuevo entrenador? Y apelo exclusivamente a este factor para el cambio en la actitud del equipo, porque soy consciente que el cuerpo técnico no ha tenido el mínimo tiempo para provocar mudanzas en los hábitos y comportamientos de juego.

Primero, creo que no ha sido el momento oportuno, solo dos días de entrenamiento y partido de Copa, donde me da la impresión de que el entrenador ha pensado más en el siguiente partido de Liga, cuando debía pensar solo en ganar este.

Segundo, quizás los efectos positivos que se generan con el cambio de entrenador a corto plazo tienen mucho que ver con una variante del efecto halo; cómo los rasgos de esa persona, sus experiencias como entrenador o jugador en este caso, influyen en la percepción de su éxito en su nuevo cometido. No creo que ningún jugador se acuerde de Cristóbal como excelente jugador y los éxitos como entrenador se reducen a los obtenidos en categorías de nivel inferior.

Tercero, la cercanía de Parralo, cercanía física me refiero, ha minimizado el efecto de excitación que provoca el nuevo entrenador, él ya nos conoce, no hay que impresionarlo, ya lo conocemos a él, no nos impresiona.

Aguardo sinceramente que Cristóbal Parralo apele al trabajo, al análisis de las necesidades del equipo, y que sepa revertir la denominada ritual scapegoating theory, que afirma que el cambio de entrenador no tiene ningún impacto sobre el rendimiento de los equipos.

Toni Arda es director del Grupo de Investigación AGR del Departamento de Educación de la Universidade da Coruña