Se esperaba una reacción del Deportivo, con cinco cambios en la alineación, pero nunca fue capaz de jugar el partido que más le convenía. Encajó el primero en un error en cadena, pero tras empatar, un par de contragolpes desenmascararon sus fallos en ataque, bien por mala elección de último pase, o bien por errores en la definición. La entrada de Lucas tras el 2-1 no estuvo bien pensada, porque el cambio no era por Cartabia, sino por Navarro. Bastaría con retrasar a Luisinho y situar a Adrián en la izquierda. Así, en lugar de ir a por el empate, el Dépor se fue diluyendo. En inferioridad numérica en el círculo central, en vez de embotellar a los locales, estos jugaron tranquilos, pues ni siquiera tiró a portería.
En el cómputo general, la imagen fue mejor que contra el Levante, pero con 2-1 dio la sensación de que el equipo no pudo, que el equipo estaba malparado. Podría haber seguido jugando hora y media más, pero nunca sería capaz de empatar. Visto lo visto, la mejor noticia es que llegan pronto dos partidos para cambiar la dinámica.