El trilero quería pagar dos veces con el mismo dinero. Todo valía mientras se enriquecía, incluso desprestigiar al discrepante y hacer que aquella maquinaria de fabricar mentiras siguiese funcionando. De victoria en victoria hasta el fracaso final. Durante los años más disparatados de Lendoiro al frente del Deportivo, cualquier medio valía para mantener un poder absoluto. En una huida hacia adelante en la que no le frenó ni el peligro de supervivencia de un club centenario. Para la construcción de la gran mentira de su gestión fueron necesarios un círculo íntimo cómplice de sus desmanes a cambio de prebendiñas, el fracaso de los mecanismos de control por la inacción de las administraciones, una afición engañada por la utilización retorcida de un noble sentimiento de amor hacia un equipo… un fracaso colectivo. Mientras el Deportivo se carcomía, muy contadas voces, casi siempre desde estas páginas, advirtieron de los desmanes, chanchullos e irregularidades de Lendoiro.
El último fallo del Supremo envía tres mensajes. El club tendrá que pagar 21,8 millones sin quita y en menos tiempo por culpa del anterior consejo. La estrategia inicial de defensa del caso frustró incluso que el tema se recondujese con los nuevos gestores. Y, sobre todo, el Supremo apunta a un posible delito de Lendoiro.
Como sucedió en la causa abierta por presuntos delitos societarios (pendiente de cerrar su fase de instrucción para pasar a la cantada apertura del juicio), cuanta más independencia y distancia se toma respecto a la gestión de Lendoiro, más basura aflora. Por eso la Fiscalía y los jueces deben actuar con rapidez y contundencia. Sin permitir que las continuas tácticas dilatorias de Lendoiro retuerzan las garantías procesales en favor de espurios intereses. Para que de una vez se haga justicia con el mayor enemigo del Deportivo. El mismo que vuelve a complicar su supervivencia.