Las amistades peligrosas de Lucas

Francisco Pastor REDACCIÓN

TORRE DE MARATHÓN

El jugador coruñés tiró la camiseta a los ultras, que devolvieron el regalo, y se produjo un «rifirrafe»

03 may 2015 . Actualizado a las 18:54 h.

Si el prepartido ya había sido tenso, con la tregua de los noventa minutos, la tensión regresó una vez concluido el mismo y mientras algunos jugadores blanquiazules se recuperaban tendidos en el césped del gran esfuerzo realizado ayer.

Al tiempo que el estadio gritaba Dépor, Dépor y brindaba una gran ovación a los ayer sí sacrificados jugadores, Lucas y Juanfran se dirigían a la zona en la que se sitúan los Riazor Blues para ofrecer sus camisetas. Y pocas ganas les quedaron de volver.

El primero en llegar fue el coruñés que recibió el apoyo de algunos de los ultras allí congregados. Fue entonces cuando decidió entregar su sudada elástica a uno de los alterados hinchas, que lejos de quedársela se la devolvió despectivamente. Entretanto, otro situado unas filas más arriba dio un manotazo en medio de la discusión, después de que al recibir de vuelta la camiseta Lucas se encarara con ellos.

Enfrentamiento

La versión que ofreció Lucas en el vestuario blanquiazul fue que el desencadenante de la discusión fue que Lucas al dirigirse a los aficionados con la camiseta les gritó: «Ahora vais y jugáis vosotros».

Junto a Lucas se dirigía a la grada Juanfran, que al ver cómo los ultras devolvían la camiseta a su compañero decidió no lanzarla él. «Era por tener un detalle, pero si no la quieren no pasa nada, me la quedé y punto», explicó el madrileño en la zona mixta.

Fue el momento de tensión vivido en un partido en el que Riazor volvió a estar de verdad con sus jugadores, que respondieron con un partido de gran entrega y sacrificio. De inicio, la grada recibió al equipo con aplausos y algunos tímidos pitos acompañados de un sonoro: «Échale huevos, Dépor échale huevos».

Cada acto de presión, cada robo, cada embestida blanquiazul iba acompañada de un sonoro acompañamiento blanquiazul con gritos de ánimo.

Fueron noventa de los minutos de mayor comunión grada-equipo de una temporada convulsa en la que el matrimonio afición-jugadores sufrió más de lo previsto. El lunar, la acción tras el encuentro de Lucas con el sector más radical de la hinchada.