Para Lendoiro y todos aquellos que le dejaron y le dejan hacer

Fernando Hidalgo Urizar
Fernando Hidalgo EL DERBI

TORRE DE MARATHÓN

07 jun 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Han pasado seis días desde que el Dépor descendió ante la Real y Lendoiro, que todavía sigue siendo presidente del Deportivo, no ha dado una sola explicación sobre la verdadera situación en la que queda la entidad. Y, mucho menos, ha dedicado unos pocos segundos a la autocrítica, como si nada hubiera pasado y como si él no tuviera nada que ver en la agónica situación que atraviesa el club.

Cuentan que recientemente se mostró retador ante la posibilidad de que fuese apartado de la presidencia: «De aquí no me echa nadie», dijo. Quizá esta sea una versión novelada de lo que ocurrió, pero el modo de actuar del presidente convierte en verosímil semejante historia. Lendoiro se ha atornillado en la poltrona de la plaza de Pontevedra y no está dispuesto a moverse. Estamos ante una adaptación distorsionada del capitán que se hunde con el barco, solo que aquí no hay épica, ni honor, sino un personaje hundido dispuesto a llevarse la embarcación por delante porque, si él no es el capitán, el barco le importa un bledo.

Por si hay algún olvidadizo, habría que recordar el historial reciente de Lendoiro:

Ha llevado el club a la ruina, metiéndolo en un concurso de acreedores con una deuda brutal de 156 millones de euros.

Según los administradores concursales, «los libros de contabilidad no ofrecen credibilidad» y «las sucesivas cuentas anuales no muestran la imagen fiel del patrimonio, financiera y de los resultados, e incumple las exigencias legales».

Lendoiro ocultó que el club estaba desde hace años en causa de disolución.

Las cuentas de varios ejercicios fueron depositadas en el registro mercantil justo antes de entrar en concurso, mientras que los libros de contabilidad fueron legalizados, también poco antes de la entrada en concurso.

Según el informe concursal: «Los administradores han incumplido manifiestamente, durante años, la obligación legal de solicitar el concurso, y acudieron a ello cuando ya materialmente les era imposible continuar ni un día». Dicho informe calificó la política empresarial de Lendoiro de fracasada, amén de temeraria e errada.

Las filiales del club están poniendo en peligro la viabilidad del Deportivo, quedando en evidencia que no está claro quién se beneficia de la gestión de empresas como el Playa Club, con más de cien empleados.

Ocultó la verdad sobre el montante total de la deuda con Hacienda. Nunca acreditó la delegación de acciones con las que saca adelante las juntas de accionistas.

Ha conseguido que hasta la Liga, condescendiente con sus afiliados, haya abierto un expediente al Deportivo por deudas con la Agencia Tributaria.

Pero con todo, no conviene olvidar que el Deportivo ha descendido dos veces en tres años. Y que Lendoiro no ha pedido perdón a la afición ni una sola vez. No le hemos oído un «lo siento» o le hemos escuchado asumir una culpa.

Es triste ver que a pesar de todo lo antedicho, que solo es una parte, sigue campando a sus anchas y negociando como si nada la contratación del próximo entrenador del Dépor. Ojalá que Fernando Vázquez dirija al equipo la próxima Liga, pero es obvio que la prioridad ahora mismo es la viabilidad de la entidad.

Si el Deportivo no sale bien parado de este lío en el que lo han metido, Lendoiro será el principal responsable. Pero no habría que olvidar a todos los que, de una u otra manera, por activa o por pasiva, le permitieron hacer lo que le vino en gana. Ni a todos los que ahora, se lo siguen permitiendo.