Los mismos males y los viejos fantasmas

Xurxo Fernández Fernández
xurxo fernández A CORUÑA / LA VOZ

TORRE DE MARATHÓN

El Dépor jugó un último partido lleno de virtudes y defectos de una dura temporada

02 jun 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Los mismos fantasmas. Vestidos de naranja. Igualito que hace dos años. La Real Sociedad resucitó ayer los peores momentos de la historia reciente blanquiazul.

Como ante el Valencia, el Dépor apretó y buscó en todo momento la victoria que le diera la salvación. Y como ante el Valencia, el que se llevó el partido fue el rival, que puso templanza y el acierto que le faltó al conjunto blanquiazul. Un último partido aciago como compendio de virtudes y defectos de una temporada durísima.

Defensa

Graves errores puntuales

La primera parte fue un suplicio. Cada acercamiento de la Real se tradujo en pavor en la grada. A la zaga blanquiazul le faltó la contundencia que sí tuvo la del rival. Más allá del 0-1, que arrancó en un resbalón de Manuel Pablo, los centros cruzados desde ambas bandas delataron la ausencia de confianza y reflejos de los centrales. A la espalda de Aythami y Zé Castro se colaron Vela y Griezmann, favorecidos por las tardías ayudas de la medular deportivista, que por momentos no dio abasto. Aguirretxe adelantó su posición para sacar de sitio a sus marcadores. Y tuvo éxito. Los rechaces que concedieron las grandísimas intervenciones de Aranzubia también cayeron siempre del lado visitante.

El equipo de Fernando Vázquez necesitaba la victoria y salió a por ella desde el minuto uno. Arriesgó el técnico adelantando la defensa frente a un oponente de veloces extremos. Los arranques del conjunto vasco pillaron varias veces fuera de sitio a Silvio y Manuel Pablo.

La medular

La zona de mayor progresión

Si algo se puede rescatar tras el naufragio es la fenomenal progresión que ha experimentado la medular blanquiazul. El doble pivote Juan Domínguez - Abel Aguilar aporta mucha seguridad en la salida de balón, además de un trabajo incesante en la recuperación. Junto a ellos, el Flaco cumplió como mediapunta primero y como centrocampista después. Fue el jugador que más veces intervino en el juego de entre los 27 que pisaron el césped de Riazor.

Con este trío como referencia, el Dépor acumuló un 60% de posesión y un 80% de éxito en el pase. En ambos apartados, el del control y el sacrificio, merece una mención especial Juan Domínguez. El cambio de técnico ha revitalizado al canterano, que ayer atesoró un 91% de efectividad (ningún titular alcanzó esas cifras).

Delantera

Recital de falta de puntería

Hasta veinte veces probó fortuna el Dépor y solo cinco sus disparos encontraron portería. De hecho, la ocasión más clara la puso un error en el despeje de Íñigo Martínez que acabó estrellándose en el palo. La cifra de balones al área fue una barbaridad. Hasta 42 centros cruzados huérfanos de rematador (la Real solo puso nueve). El más atinado en esta suerte fue Salomao, al que se ha echado mucho de menos en los últimos partidos debido a una inoportuna lesión. El portugués se echó al equipo a la espalda y generó varias acciones de mucho peligro. También apuró varias veces la línea de fondo Manuel Pablo, aunque el canario tuvo muy poco acierto en el pase.

La búsqueda del gol estuvo muy repartida. Hasta en tres ocasiones lo intentaron Abel Aguilar, Bruno Gama, Silvio, Nelson y Riki. Con poquísimo acierto. La falta de puntería ha castigado al Dépor en el último tramo de la campaña.

El esfuerzo

La fe, hasta el último minuto

Y ante todo, la fe. Eso sí ha sido la gran novedad con el relevo en el banquillo. Fernando Vázquez consiguió reenganchar a la afición, que ayer no cesó de animar. También devolvió la ilusión a una plantilla que buscó el gol hasta el minuto 94. Sin suerte.