La tecnología tiene un nuevo reto: ser bonita

La Voz REDACCIÓN

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Tras cubrir de forma funcional todas y cada una de las necesidades del consumidor, las compañías se disponen a encarar su gran fleco pendiente; el del diseño

20 nov 2014 . Actualizado a las 14:46 h.

Antes, los cacharros tecnológicos eran grandes armatostes, grises y feos. Tenían una misión primordial: satisfaccer todas las necesidades del consumidor. Mejorar su comunicación, su acceso a la información, sus gestiones; hacer, en definitiva, su vida un poco (bastante) más fácil. Y entonces las compañías escalaron a un nivel superior: al de la tecnología para llevar puesta. La atención se concentró en crear aparatos que empezaron a alejarse del concepto de electrónica doméstica para aproximarse al universo práctico, pero también al estético. Los dispositivos se convirtieron en complementos. Motorola fue la pionera. En el congreso mundial de móviles del 2012 presentó un reloj para deportistas, diseñado para conectarse al móvil, que entonces pasó desapercibido. No era el momento todavía y quedaba una pieza por pulir: el diseño.

Las factorías decidieron ponerse las pilas cuando Apple hizo evidente que la estética de sus dispositivos le importaba tanto o más que sus prestaciones. Su consolidada imagen de marca imprimió en toda la producción de los de la manzana una filosofía específica, una manera de entender el mundo; su cuidado y minimalista diseño se tradujo en algo más que ordenadores, tabletas y teléfonos bonitos; se convirtió en una forma de identidad. Sus gadgets pasaron a ser un factor más para definir la personalidad de sus dueños.

Y el aluvión de aparatos tecnológicos para llevar puestos llegó este otoño. Samsung ya había hecho sus pinitos con su reloj inteligente, pero fue la compañía liderada por Tim Cook la que abrió la veda con su Apple Watch. Los dispositivos de muñeca asumieron el papel de colonizadores y tras ellos, aseguran los visionarios, llegarán las gafas. Y puede que brazaletes e incluso otras prendas, como chaquetas. De momento el reto es claro: afinar al máximo el diseño de los dispositivos con manecillas para que el grueso de los consumidores deje de entenderlos solamente como un artilugio tecnológico que, además de marcar la hora, permite acceder al vasto universo de Internet, controlar el teléfono móvil, enviar mensajes o, entre muchas otras funcionalidades, recibir correos electrónicos.

Los rumores aseguran que ya hay empresas de moda a las que les tiemblan las piernas de solo pensarlo. No es para menos. Algunos de estos dispositivos alcanzan ya cotas estéticas de tal calibre que son perfectamente dignos de competir con diseños de grandes marcas. No se parecen a mini ordenadores de muñeca. Son relojes hechos y derechos, elaborados en materiales nobles, modernos, resistentes o clásicos al gusto y exigencia del consumidor. Sus diseños son variados, hasta el punto de conformar un amplio catálogo de formas y tamaño, y han conseguido ser cómodos y también ligeros.

Dos buenos ejemplos de esta comunión entre tecnología y diseño son el smartwatch de Motorola Moto 360 y el G Watch R, de LG, ambos disponibles en El Corte Inglés.

El primero tiene forma esférica, cuerpo de acero tradicional, que le aporta una pátina de elegancia, y un tamaño medio. Tras este aspecto discreto y su pantalla a color táctil se esconde todo un mundo de posibilidades, al que se accede a través del sistema operativo Android Wear. Permite recibir notificaciones del móvil y además visualizar un pequeño extracto del mensaje recibido, que se puede responder con un mensaje de voz. El Moto 360 susurrará al usuario, si lo desea así, las instrucciones para llegar a un punto geográfico concreto, le permitirá gestionar sus citas y activar alarmas. Cuesta 249 euros.

El aparato inteligente de la coreana LG también se parece mucho a un reloj de verdad, pero su corte es más deportivo y casual que el anterior. Su pantalla redonda táctil tiene 1,3 pulgadas con una resolución 320 x 320 píxeles (245 ppp), un poco más pequeña que la del dispositivo de Motorola -tiene un marco más grande-, pero con una mejor visualización en exteriores y mayor nivel de contraste. Cuenta con brújula y giroscopio, barómetro, podómetro y sensor de pulsaciones, y su precio es de 279 euros.