La electroestimulación, el ejercicio de la gente ocupada

La Voz REDACCIÓN

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Famosos y gente de vida apurada entregan sus cuerpos a esta nueva práctica que garantiza vientres planos y torsos esculpidos a cambio de 20 minutos a la semana

18 sep 2014 . Actualizado a las 23:42 h.

Seis meses después de dar a luz a su primer hijo, Sara Carbonero se paseaba por las calles de Madrid como si durante tres largos trimestres no hubiese llevado dentro de su cuerpo a una pequeña personita ensanchando sus dimensiones, redondeando sus caderas y sumando kilos en la báscula a medida que se acercaba el momento del parto. No es la primera ni será la última. Y, mientras le carcome la envidia, la española media se pregunta cómo milagrosamente estas chicas de revista consiguen recuperar su peso inicial, logran devolver cada flácido centímetro de carne a su justo lugar, en poco más de medio año. Confiesan ellas que cosa de genética, que una alimentación bien cuidada y sobre toco, muchas horas de gimnasio. Y sigue pensando la española, más de calle que de pasarela, más de bar que de restaurante de diseño, que de dónde sacan tiempo estas mujeres, tan de su vocacional trabajo, tan de vida social, tan de su casa, para mimarse a ellas mismas, para someterse a entrenamientos exhaustivos en el gimnasio, para estar tan monas si sus días tienen las mismas 24 horas que los del resto del universo. ¿Dónde está el truco entonces?

La trampa se localiza en la omisión de información. No, no lo cuentan todo. No nos dicen que todas y cada una de ellas -antes de Carbonero fue Paula Echevarría- se someten, entusiasmadas, a la nueva moda de gimnasio de celebrities, una práctica a la que también deportistas e individuos en fase de rehabilitación han abrzado eufóricamente: la electroestimulación. Esto lo que viene siendo es un ejercicio a base de unos revolucionarios electrodos que, por lo que parece, dejan el cuerpo como el del David de Miguel Ángel. Uno escucha sus principios y piensa: al fin. Por fin. Que ya era hora. Se acabó sudar para tener un tipo de infarto, de silvido por la calle, de chulería por la orilla del mar en pleno agosto; se acabó pasar horas y horas en el gimnasio para hacer desaparecer esos bollos cóncavos en los muslos y esa piel de naranja en los glúteos. Diez minutos, como mucho media hora a la semana. Y listo. Sin casi hacer nada. ¿Sin moverse del sofá? Stop. Que los milagros no existen. Aquí los falsos mitos, los pros y los contras de esa nueva técnica.

La electroestimulación es una manera de ejercitar los músculos utilizando impulsos eléctricos. Los impulsos se generan en un dispositivo y se aplican a través de electrodos en la piel próxima a los músculos que se pretenden estimular. Hay diferentes tipos de dispositivos, pero entre los más populares se cuentan los de la marca Compex, que se pueden adquirir en El Corte Inglés y cuentan con diferentes modelos -el FIT1.0, el SP2.0, el FIT3.0 o el SP4.0- según las exigencias de cada usuario. Los impulsos imitan el potencial de acción proveniente del sistema nervioso central, causando la contracción muscular. La diferencia con un entrenamiento al uso es que con 20 minutos se consiguen los objetivos deseados. Una hora equivale a seis horas de gimnasio, pero ojo, siempre complementándolo con otras prácticas. No es un entrenamiento pasivo. Debe combinarse, por ejemplo, con mancuernas, barras, gomas o máquinas de trabajo cardiovascular. Se recomiendan una o dos sesiones a la semana, con 20 minutos de ejercicio y cinco de sesión pasiva relajante, esencial para la celulitis. Si se complementa a mayores con otros ejercicios, como natación, pádel o running, no solo resulta mucho más eficaz, sino que también se evitan lesiones.

Con la electroestimulación se activan de forma interna las fibras musculares, compactando, comprimiento y adelgazando de forma mucho más rápida. También se avita la sobrecarga de las articulaciones, reduce la celulitis, es idóneo para perder peso y también para fines terapéuticos. En la otra cara se encuentran las agujetas que genera. Se trata de 20 intensísimos minutos de ejercicio que al día siguiente pasan una buena factura. Evidentemente, sus resultados no son inmediatos, se requieren al menos diez sesiones para notar los efectos (diez semanas, por tanto) y se debe cuidar la alimentación para que no sea contraproducente. Es importante además no abusar de esta técnica; con ella no se trabaja la resistencia aeróbica, la coordinación o el impulso nervioso del cerebro al músculo, tampoco los ligamentos ni los tendones.