Contra la soledad de los enanitos de jardín

Redacción LA VOZ

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Amados y odiados a partes iguales, sus orígenes se remontan a finales del siglo XIX. Y desde los céspedes alemanes iniciaron la conquista del mundo. Nadie ha quedado libre de su magia

16 jun 2014 . Actualizado a las 13:27 h.

Cuenta la leyenda que los gnomos eran unos pequeños hombres con una larga blanca que vivían bajo el suelo. Basados en las criaturas legendarias de los cuentos de los hermanos Grimm, su salto hacía la fama llegó en forma de número perfecto en Blancanieves, que impregnó a partir de entonces y hasta ahora de su particular magia Disney. A partir de ahí, unas pizcas de dosis de cuentos, y su mito se fue haciendo más y más grande. Así, hasta la actualidad. Unas de sus últimas apariciones más mediáticas fue en el enanito viajero del padre de Amélie. Ficciones aparte, lo cierto es que el origen del enanito de jardín data a finales del siglo XIX en Alemania. En una pequeña localidad germana de nombre impronunciable -Graenferoda-, sus artesanos crearon unas pequeñas estatuas de barro que representaban a personajes populares. Y del centro de Europa a los jardines de todo el mundo. Aunque a mediados del siglo pasado tuvieron un momento de decadencia, con la llegada de los años 70 consiguió recuperarse con la inclusión de características más modernas y con atractivos rasgos faciales que los hacían irresistibles a los ojos de cualquiera.

Bajo la leyenda de que gracias a ellos las flores crecen más rápido, la fruta madura mejor y los vegetales son capaces de lograr un tamaño inimaginable, los modelos de enanitos de jardín se han incrementado convirtiéndolos en la decoración por antonomasia de jardines y que generan a su paso tantos seguidores como detractores. Para muchos son las figuras por excelencia ya que todo terreno verde que se precie debe tener una de estas estatuas de tamaño reducido y vivos colores. Sin embargo, para otros tantos, estas imágenes son sinónimo de hortera y hasta de rechazo. En Gran Bretaña, su prestigiosa Sociedad de Horticultura llegó incluso a prohibirlos en los jardines oficiales ya que para ellos eran distracciones. Lejos de desaires y rechazos, lo cierto es que los enanitos de jardín han conseguido sobrevivir durante todos estos años agazapados entre la hierba gracias al aura de buena suerte y magia que aportaban para muchas personas. Ya sea cuestión de fe o de llamar la atención a las puertas de los hogares, estas pequeñas figuras triunfan dentro y fuera de la hierba continuando así un ciclo sin fin.

Pero, ya no se trata solo de enanitos de jardín. Tanto como si se aman como si se odian, estas figuras que aportan humor al césped no merecen estar solos en medio de la cuidada hierba que decora el exterior de las viviendas. Fuentes, estanques, barbacoas, bancos, columpios, cenadores, mesas o iluminación exterior pueden acompañar en su soledad a estas pequeñas esculturas y completar la decoración de cualquier terraza, porche o jardín. Los bancos de madera y columpios convertirán al jardín en el espacio perfecto de relax para leer, escuchar música o pasar un rato conversando. Las fuentes aportaran el toque zen, al igual que los estanques. Las barbacoas junto con los cenadores, mesas y otros muebles -con iluminación o no- para comer son el complemento perfecto de los largos días y noches veraniegas. En El Corte Inglés tienen un amplio catálogo de muebles de exterior para poner la terraza, el jardín o el porche a punto para estas vacaciones ya sea para luchar contra la soledad de los enanitos de jardín o para simplemente huir de ellos.