Las películas que se monta Woody Allen

La Voz REDACCIÓN

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La pasión cinéfila del director queda patente en su filmografía, repleta de referencias al séptimo arte

31 mar 2014 . Actualizado a las 15:27 h.

El cine y Woody Allen se entrelazan, una y otra vez, enredándose en un nudo difícil de desatar. A estas alturas resulta casi imposible evocar a este hombre bajito, con su sombrero y sus gafas, desligado del séptimo arte y repasar la historia cinematográfica sin que se nos venga a la mente algún clásico del director de Annie Hall. Pero este vínculo -la vocación hecha profesión y las profesión hecha arte- no es el único lazo que liga al cineasta con la disciplina que le da de comer. Su filmografía está empapada de referencias cinematográficas que enredan todavía más esta obsesiva tela de araña y convierten en un jeroglífico el hecho de descifrar dónde empieza el actor, el guionista y el director, y dónde el aficionado, el hombre.

En el bien alimentado listado de títulos que llevan el apellido Allen -el director graba una película al año desde 1969, títulos, algunos de ellos, que se pueden encontrar en El Corte Inglés-, el cine ha sido siempre una constante. Agarrado a ella, para no perder quizá la perspectiva, el neoyorkino plasmó en Sueños de un seductor, en el año 1972, un alter ego obsesionado con los héroes de la gran pantalla. Como actor y guionista, Woody Allen engendra este clásico, que protagoniza junto a Diane Keaton, a través de un guiño al celuloide, un gesto que da rienda suelta a las obsesiones que, a partir de aquí, rondarán todos sus filmes: la inseguridad de los personajes, las infidelidades, los conflictos amorosos, los prejuicios, los convencionalismos sociales y la banalización de la cultura.

Con Recuerdos (1980), el cineasta judío regresa a su punto débil. El largometraje recrea la historia de un director de cine y la admiración de sus fans. Pero no solo eso. En un momento dado, Allen reconduce el argumento de la cinta con un inesperado giro que sumerge la trama en un mundo onírico, al más puro estilo Fellini en 8 1/2, que le recuerda al protagonista -y por tanto a él mismo- la incapacidad de conseguir la inmortalidad a través de sus películas. Otra gran pista que deja Allen en su expediente es el paralelismo entre su cine y el cine de la obra de Bergman. El de Nueva York se adueña a menudo del espíritu de cineasta sueco, al que siempre ha admirado abiertamente. Septiembre, Otra mujer y Sombras y niebla llevan el sello Bergman, fallecido mientras Allen rodaba Vicky Cristina Barcelona en Oviedo. «¿Qué influencia tuvo en mí?, me preguntan. No puede haberme influido, respondo, él era un genio y yo no lo soy, y el genio no puede aprenderse ni su magia puede transmitirse», escribió el judío cuando se enteró de la noticia.

La rosa púrpura del Cairo (1985) también le sirvió a Woody Allen para bucear en el más puro metacine. De nuevo, una de sus películas versaba sobre un actor y su conflicto interior. Agridulce combinación de ficción y realidad, se agarra a la metáfora del la magia del cine como vía de escape de la insatisfacción. Las estrellas de Hollywood y el celuloide eaparecen en otros trabajos como Septiembre -Allen se recrea en el episodio de la muerte de Stompanato-, Delitos y faltas y en Misterioso asesinato en Manhattan, donde, reiteradamente, Woody Allen regala al espectador numerosas referencias y homenajes a títulos de culto del género negro.

Pero si hay una cinta que recoja el verdadero significado del cine para Woody Allen o, al menos, que lo plantee es Melinda y Melinda. A través de este trabajo, el cineasta plantea la gran duda existencial de cualquier amante del séptimo arte: la tragedia o la comedia, como eje vital. Sus protagonistas -se entiende que guionistas o directores- divagan sobre la razón que mueve al individuo desgraciado a acudir al cine a ver una película cómica, poniéndolo de relieve a través del camino que va tomando el argumento de la cinta.

Blue Jasmine, su última película protagonizada por la oscarizada Cate Blanchett, cierra el universo de Woody Allen, por ahora. Quizás, este filme puede ser la excusa perfecta para que para todos aquellos que han decidido escaparse del mundo de Allen empiecen a disfrutar de su amplia y variada filmografía.