Kina Fernández se inspira en Bowie y en los ochenta

Efe

TENDENCIAS

José Miró, Ailanto y Lydia Delgado, entre otros, también presentan sus colecciones.

21 feb 2010 . Actualizado a las 22:19 h.

Kina Fernández presentó en Cibeles su última colección, una propuesta que la diseñadora gallega reconoce que es «básicamente» obra de su hija María Álvarez, llamada a heredar su firma. David Bowie y los ochenta han sido la fuente de inspiración de la marca para la próxima temporada, en la que destacan los abrigos de volúmenes amplios.

Tejidos gruesos y lanosos se unen a la perfección con recogidos naturales en ligeros vestidos de seda y chaquetas, cuya seña de identidad, según María, son los grandes botones. Poco colorido pero intenso, como el rojo pasión, azul ducado, amarillo y negro, en un estilo definido por la hija de la diseñadora como «muy chic a la vez que práctico», a lo que contribuye el retorno a las chaquetas chanel.

Kina, a sus 63 años, se siente orgullosa del giro que su hija ha sabido dar a la firma, al conservar la calidad tradicional de las prendas con la «modernidad» que aporta su juventud. Contraste de estilos y tendencias en una mañana dominical en la que las gradas de Cibeles no se han visto tan llenas como en anteriores ediciones seguramente debido al mal tiempo.

Demasiado brillo para una lluviosa mañana de domingo aportó en la cuarta jornada de Cibeles Madrid Fashion Week la colección de José Miró -«Babel»- definida por el mallorquín como «innovadora y plural».

Miró usa y abusa de los irisados y las lentejuelas combinadas con tejidos nobles para dar a luz amplios vestidos, ajustados pitillos y cortas faldas en las que el contraste de materiales alumbra los oscuros días de invierno.

Para ello utiliza materiales que envuelven, como el mohair y la seda, y los mezcla con irisados, agua marina, azules y dorados.

Año y medio de investigación artesanal ha dedicado Miró a su colección de zapatos para esta temporada, en la que cualquier prenda es apta para ser llevada tanto con bailarinas como con poderosos tacones.

Los gemelos de Ailanto, Aitor e Iñaki Muñoz, han querido hacer protagonista absoluto de esta temporada al pantalón, cuya versatilidad en diferentes volúmenes, largos y texturas lo usan para lograr un look juvenil, casual y algo excéntrico.

La segunda prenda estrella de la firma son los grandes pliegues, ayudándose de pañuelos y nudos que combinan en vestidos, faldas y pantalones con la organza de seda, el otomán de terciopelo dorado y las sedas mezcladas.

Ailanto marca la cintura femenina y juega con la mezcla cromática de amarillos, fucsias, corales y mostazas con negros, grises y ocres.

Las modelos, caracterizadas como jóvenes intérpretes de música clásica, desfilaron sobre una pasarela convertida en un enorme piano de cola, fuente de inspiración de sus estampados de instrumentos musicales camuflados entre ramos florales barrocos.

Lydia Delgado puso a desfilar con «Les Belles» a su hija, Miranda Makaroff, y a Gala González, directora creativa de la línea «U» de su tío Adolfo Domínguez inspiradoras de su última colección.

Su seña de identidad es la mezcla de ropa de día y de noche, como demuestra la combinación del tacón con el calcetín corto.

El universo de la diseñadora se recrea en jerséis de lana combinados con faldas de lentejuelas y un toque lencero, blusas de crepe de seda marfil, a veces con pequeños lunares y vestidos sirena de seda, con hombreras superpuestas de pelo artificial a juego con espectaculares gorros.

Los abrigos de paño cubren centelleantes vestidos de noche, blusas de aire retro y jerséis rematados con grandes lazos en una gama de colores que van del coral, al topacio o maquillaje.

Entre las caras famosas que asistieron a sus desfile estuvieron el actor Eduardo Noriega y las cantantes Eva de Amaral y Raquel del Rosario del Sueño de Morfeo.

Miriam Ocáriz se mueve en la contradicción y combina el futurismo geométrico con una ingenuidad propia de Caperucita para una colección delicada a la vez que agresiva. Y lo hace de forma brillante con la superposición de prendas y tejidos.

Así, hay vestidos y faldas fruncidas con vuelo en lanas y en baquilla mezclada con lurex para conseguir el aspecto «chanel». Pero también vestidos muy ceñidos de punto que describen líneas con lentejuelas o retales de gasa estampados en tonos oscuros y con matices cereza, azul y verde.

Ocáriz resalta la cintura, lo que aporta feminidad a prendas en tweed, brocados y gales. Los abrigos adquieren volúmenes propios en la espalda y se ajustan en las caderas.

La diseñadora ha optado por los grises y los negros así como por el dorado y el naranja y ha lanzado su colección de zapatos, estéticamente maravillosos pero no muy cómodos a juzgar por la trayectoria de las modelos.

Ana Locking aprovecha un momento de felicidad vital para inyectar optimismo a través de una intensa paleta cromática -naranjas, celestes, rosas que evolucionan hasta los estampados finales- a su colección, un canto a un «destino circular».

La diseñadora utiliza patrones y tejidos clásicos (satén, crepé de seda y de lana), muy femeninos y que marcan la cintura, pero le añade constructivismo formando puzzles de piezas geométricas en vestidos, faldas y chaquetas.

Tres apuestas especiales sobre la pasarela, en la que hubo propuestas para los chicos: bisutería «efímera» hecha a base de cera y latón, vainica artesanal y prendas multicolor de papel encapsulado entre organza de cristal transparente que pretenden tener la apariencia de un lienzo.

Por contra, un sobrio Lemoniez busca el «lujo oculto» con vestidos de corte suave y siluetas anchas pero fluidas. Los patrones estructurados se rompen con aberturas que maquillan la sencillez en abrigos, capas y vestidos de media altura.

Los trajes de chaqueta y los negros vestidos de noche -largos hasta los pies- son más ceñidos. Tonos empolvados y dorados, beige, rosa pálido, berenjena y visón. La intensidad sólo aparece con el negro y el amarillo de blusas seductoras.