Kina Fernández presenta una colección que mezcla estilos y texturas

Efe

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La gallega se inspira en la Riviera francesa con rayas marineras y vestidos de talle bajo estilo años veinte.

17 sep 2008 . Actualizado a las 23:41 h.

La moda gallega ha llegado esta tarde a Cibeles de la mano de Kina Fernández. Casi cerrando la tercera jornada de la gran cita de la moda española, la diseñadora gallega presentó una colección de gran mezcla estilos y texturas, aunque dice inspirarse en la Riviera francesa. El recorrido de colores va del blanco, al azulón, beige, verde, pasando por cuadros de Madras (en punto) y rojos. Hay rayas marineras y vestidos de talle bajo -rematados en algunos casos por pedrería- estilo años veinte en esta dispar apuesta. Para la noche, largos vestidos cortados al bies, en seda, que insinúan la cadera para y caen en los tobillos.

Otras propuestas

La suntuosidad y el glamour de Hannibal Laguna extendieron la alfombra roja en Cibeles, que vivió una variopinta tercera jornada con muchos diseñadores de estilos diversos, sombras y luces.

Laguna, de origen venezolano, se ha convertido en el creador imprescindible de las artistas y del «famoseo» español, con unos vestidos de noche lujosos y llenos de fantasía. «Sweet Delirium» titula su colección para el verano de 2009, un desfile que abarrotó el salón madrileño para poner el broche de oro del miércoles.

Paz Vega llevó un diseño de Laguna al Festival de Cannes, y Arancha Sánchez Vicario lo eligió para el vestido de su reciente segunda boda. Laguna parece cautivar a aquellas que habitan en el papel couché. En su nueva colección abandona el color cereza, fuerte de otro tiempo, para centrarse en los tonos pastel o empolvados: azul, rosa, piedra La mayoría son vestidos de noche cortos, aunque muy sofisticados y de complicados cortes, con formas globo, grandes lazadas, superposiciones de tejidos Raso, organza, tafeta, garzas plisadas o espigadas dan forma a una espectacular colección en la que caben unos llamativos vestidos beiges a capas, con abundancia de toques de cristales swarovski o lentejuelas tan propias de su estilo festivo.

La mañana empezó muy plana, con un Javier Larraínzar de escasa fuerza. Presentó blusas y vestidos vaporosos, suaves en sus formas y colorido, que se alternaron con vestidos mini de cóctel rematados en mangas y bajo por tiras de pedrería. En la noche insiste en vestidos mini cubiertos de lentejuelas y pedrería, para terminar con otros largos, de estampados florales y mucho movimiento.

La jornada se animó a mediodía con la vistosidad del catalán Andrés Sardá, el veterano experto en lencería y baño que ha sabido evolucionar de la mano de su hija. En las colecciones de Sardá bañadores y bikinis se funden con la fiesta, de manera que pueden servir de base para la noche como tops o bodys, arropados por envolventes túnicas, faldas, blusas ligeras o semitransparentes en sedas, organzas o tules. Destacó un estampado de mariposas, elaborados por Etro, para bañadores y bikinis; otras piezas más lujosas van acompañadas por cristal swarovski o semipuntillas para bañadores, tops o bikinis, mientras que algunas más sencillas se rematan con un aro con perla Capas de largas plumas y tocados con hojas plateadas adornan a las modelos que convierte en ninfas mágicas. Los colores de Sardá van del blanco, al rojo fuego pasando por azules y tonos más matizados.

El marcado romanticismo se instaló después con Alma Aguilar, que insiste en sus vestidos con cuello redondo, muy estilo bebé, pecheras y jaretas para vestidos con vuelo a partir de la cintura, cortados y fruncidos a partir del talle. Domina el blanco, que se alterna con un estampado de buen gusto. Aguilar vuelve también sobre pantalones de talle alto bien cortados en un desfile muy institucional, bajo la mirada atenta de María Dolores de Cospedal, Elena Salgado o la presidenta de la Academia de Cine, Ángeles González Sinde.

El Oeste americano

Carmen March buscó inspiración en el Oeste americano, pero transformándolo con delicadeza. La diseñadora mallorquina y Juanjo Oliva compartían en su día estudio. Ahora han volado cada cual por su cuenta y los dos han encontrado un estilo propio, moderno para convertirse en dos valores emergentes de la moda española. March se fue a Japón para buscar algodones y linos puros, sin teñir, para infundir un punto de ecologismo a su colección. Los ha convertido en piezas muy sutiles, la mayoría a cuadros para recordar este Oeste matizado. «Hay que llevar la naturalidad a la costura», insiste la joven creadora, que mezcla distintos estampados y emplea con brío la tijera para ceñir y dar volumen a su ropa.

También se apunta al ecologismo su paisano José Miró con su colección Flâneur -término acuñado por Baudelaire- en la que también utiliza tejidos orgánicos como el algodón, la rafia en bruto y seda en una colección cómoda, de amplias formas (tan amplias en el largo que alguna modelo tropezó). Remató con vaporosas túnicas de seda para la noche.

Lydia Delgado dice traer aires de habaneros a su colección, con vestidos de algodón, abullonados a partir de la cintura, y una ropa interior de antigua de corsetería que transforma en mini short. La diseñadora catalana reinventa el traje marinero para dar una forma más chic, con plisados que recorren el cuerpo. Su punto especial, la noche, donde una suave organza se sofistica con piedras antiguas que dibujan pájaros.