The Last of Us

Tamara Montero
Tamara Montero CUATRO VERDADES

TELEVISIÓN

hbo

23 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Son los detalles más sutiles los que funcionan como reservorio emocional de aquellos meses en los que The Last of Us se volvió casi corpóreo, palpable. La mirada confusa de una preadolescente cuando le cierran la puerta de la relojería en las narices. La lágrima furtiva que cae a la misma velocidad a la que el coche se aleja de una familia tirada al borde de la carretera. El cartel sucio y raído en el que todavía se lee claramente una lista: tos, debilidad muscular, dificultades en el habla.

Son las cosas pequeñas los catalizadores de aquellas sensaciones que, fermentadas durante casi tres años, afloran ahora a borbotones al ver pasar los fotogramas en la pantalla. La incertidumbre. La incertidumbre y no entender bien qué es lo que pasa. Que el mundo, tal y como lo conocías, de repente se mantenga en equilibrio sostenido solo por una tela de araña. No es tanto el escenario posapocalíptico en el que la humanidad vive distribuida en colmenas herméticas para evitar la plaga. Es la narrativa previa, el brote, las reacciones desorientadas, lo que acciona las palancas y retrotrae la mente a ese instante en el que destelló la posibilidad de que el mundo hubiese empezado a transitar una vía sin retorno y que todo cambiaba. La pandemia. La pandemia también ha conseguido cambiar cómo nos enfrentamos a la ficción, porque no hemos sido los últimos, pero el miedo ha pasado silbando como una bala.