Un pecio junto a la isla de Ons, en «Buscadores de Naufraxios»

s. c. REDACCIÓN / LA VOZ

TELEVISIÓN

El programa buceará mañana en los restos del Cordero González

17 nov 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Mañana, a las 20.15 en TVG, Buscadores de Naufraxios viaja a las proximidades de la isla de Ons para sumergirse en el pecio del Cordero González y mostrar una auténtica joya del patrimonio subacuático de Galicia. Las corrientes y el paso de los años deshicieron las cubiertas de madera de este pesquero dejando al descubierto su majestuoso timón, único en toda la Península.

El Cordero González era un pesquero de madera construido en Domaio, Moaña, en 1961, por el carpintero de ribeira Benito Ferradás. Con 28 metros de eslora, 7 de manga y capacidad para desplazar 163 toneladas, era un barco grande que se dedicaba a la pesca de arrastre y se encontraba en perfectas condiciones para la navegación. Sin embargo, el sábado 30 de agosto de 1975 se fue a pique junto a la isla de Ons.

Cordero González: Era un pesquero de madera construido en Domaio, Moaña, en 1961, con 28 metros de eslora. Se hundió el 30 de agosto de 1975
Cordero González: Era un pesquero de madera construido en Domaio, Moaña, en 1961, con 28 metros de eslora. Se hundió el 30 de agosto de 1975

«Viñamos do norte de Fisterra, que traballabamos por alí nunha praia que lle chamaban Cantobarranco -explica Amable Graña, fogonero del Cordero González-. Estaba cheo de néboa e viñamos descargar». Estaban entrando en el puerto de Marín cuando, a causa de la niebla y de una avería en el radar, no vieron al pesquero Playa de Aldán y embistieron contra él. «Cando miramos o barco estaba atravesado», cuenta Eusebio Graña, hermano de Amable y superviviente del naufragio. «Mandámoslle ao patrón: ‘‘¡Dálle atrás! ¡Dálle atrás!’’ Pero de tan preto foi imposible frear, nin esquivalo nin nada».

La fuerte colisión provocó que se abriera una vía de agua en el casco del Cordero González. «Estes barcos de ribeira son verdadeiramente duros, pero se unha proa de aceiro bate contra un casco de madeira... complexo», explica el historiador Lino J. Pazos en el programa Buscadores de Naufraxios de mañana. A pesar de los esfuerzos de los marineros por mantener el barco a flote, no hubo forma de salvarlo. «Quen rachou foi o máis feble -dice Eusebio-. Empezou a vir a auga para arriba e o barco empezou a ir ao fondo».

Accidente sin víctimas

Afortunadamente, el pesquero Playa de Aldán pudo recoger a toda la tripulación y no hubo que lamentar víctimas, pero el Cordero González no tardó en hundirse bajo el mar. «A verdade é que o pasei moi mal, acolloado a tope -confiesa Eusebio-. Era a primeira vez que ía ao mar e aos seis meses fomos ao fondo».

Los equipos de rescate trataron de reflotar el barco, pero lo único que consiguieron fue desplazarlo hacia la playa de Melide. Hundido a 25 metros de profundidad en la ría de Pontevedra, el Cordero González cayó en el olvido hasta que el buceador Rafael Gutiérrez dio con él. «Empezamos a baixar, e o que atopamos alí era desconcertante -explica Rafa-. Aquilo estaba todo mesturado, zonas desfeitas, outras zonas enteiras... non comprendiamos nada».

Yago Abilleira, un experto buceador que acompañó a Rafa en esta primera inmersión, confirma que no sabían de qué barco se trataba y revela la clave que les permitió identificar el barco: «Aquilo era un galimatías, e de casualidade, ao marchar... viuse que nun sitio do barco había dúas letras: RO». Gracias a estas dos letras y a la enorme fuente bibliográfica del historiador Lino J. Pazos lograron confirmar que estaban ante el Cordero González. «Dubidabamos pola situación, porque tiña habido outros naufraxios, pero foran recuperados ou dinamitados -explica Lino-. E que acabaran con esas dúas letras, pois branco e en botella».