Pactos de no agresión

Beatriz Pallas ENCADENADOS

TELEVISIÓN

01 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Lo primero que hace Pablo Motos cada noche cuando recibe a su invitado es poner las cosas claras y anunciar quién ha ido a «divertirse» a El hormiguero. No hay confusión posible. Unos se divierten más; otros claramente se divierten menos, pero ninguno de los famosos que pasan por el plató se ve en el aprieto de tener que responder a preguntas incómodas. Ese pacto de no agresión llevó a Isabel Pantoja a regalar con su presencia a este programa, para no volver a acordarse del nombre de «ese lugar» y vender su disco en un publirreportaje con casi cinco millones de espectadores, como un partido de Champions.

El negocio fue redondo para todos. Cuando entró por teléfono el hijo de la cantante, emoción suprema para versados en el asunto, Motos fue absolutamente sincero. Detuvo la charla para «hacer caja» y pasó a publicidad. Nunca prometió una entrevista incisiva ni correosa, porque si sus invitados repiten y tripiten es por el menú a la carta. En vez de experimentos químicos, una turmix y un gazpachito; en lugar de hombres de negro, músicos de una sinfónica para arropar a Isabel.

Hace unos días, Buenafuente afeó en público a un invitado que le llevó la entrevista escrita de antemano, con las preguntas que debía formular y lo que él pensaba responder. El hormiguero hace de la conversación complaciente el minuto de oro de cada día.