La velocidad de las redes sociales se rige a menudo por la máxima de no dejar que la realidad estropee un buen tuit. Así la supuesta cobra de Bisbal se convirtió en el chiste de la noche de Halloween, ocasión más que propicia para que a una hipotética enamorada le den calabazas. Cuando Operación triunfo empezaba, en el 2001, aún no era costumbre celebrar Halloween por estos pagos ni muchos sabían siquiera en qué día del año caía. Tampoco existían las redes sociales para comentar en directo las peripecias de aquellos concursantes que aterrizaron en televisión con una inocencia hoy ya inconcebible.
Un OT que conserva su aire amateur viajó al presente para vivir su bautismo tecnológico. Ahora, el último lance de sus examantes es diseccionado, fotograma a fotograma, bajo el microscopio de la moviola infinita. Como en un dibujo en el que cada uno proyecta su subconsciente, muchos quisieron ver en la imagen oficial de TVE a una Chenoa entregada que busca recuperar de golpe el tiempo perdido y se lanza a por un beso que Bisbal sortea. Pero no han tardado en aparecer los vídeos grabados desde otras perspectivas que desmienten esa teoría. Esperemos a que den un paso al frente las imágenes en 360 grados, el photofinish y el ojo de halcón para dictar la sentencia definitiva. España no puede vivir así otros quince años.