«The Walking Dead» 7x02: Carol y Morgan conocen El Reino de Ezekiel

Paulino Vilasoa Boo
P. Vilasoa REDACCIÓN / LA VOZ

TELEVISIÓN

El mundo de la serie de zombis basada en los cómics de Robert Kirkman se hace más grande con la comunidad liderada por un monarca acompañado siempre de un tigre

02 nov 2016 . Actualizado a las 09:19 h.

El mundo de The Walking Dead se hace más grande con la presentación de un nuevo enclave, El Reino, que conocemos d la mano de dos personajes que estuvieron ausentes en el estreno de la temporada: Carol y Morgan.

(Este artículo contiene spoilers del capítulo, así que, si todavía no lo has visto, te recomendamos que no sigas leyendo)

Después del traumático primer capítulo de la séptima temporada, The Walking Dead cambia radicalmente de escenario y de tono con el segundo capítulo. En él no hay rastro de Negan, ni de las consecuencias de las muertes de Abraham y Glenn o del duro golpe al liderazgo de Rick.

La atención se centra en los dos personajes que al final de la temporada anterior seguían un camino incierto: Carol y Morgan, que, después de enfrentarse a muerte con uno de los secuaces de Negan, eran ayudados por unos misteriosos hombres armados a caballo.

De este modo, los descarriados del grupo de Rick acabaron llegando a El Reino, una próspera comunidad que conocemos por primera vez, y en profundidad, en este capítulo, titulado El pozo.

En el que ha sido uno de los capítulos más optimistas y alegres de The Walking Dead (una alentadora sensación que el contraste con el sórdido episodio anterior no hace más que acentuar), los espectadores conocemos, de la mano sobre todo de una incrédula Carol, ese pueblo sostenido principalmente por una serie de símbolos y de fanfarrias que le dan una identidad propia y muy marcada.

«Esto es un circo», dice Carol, interpretada mejor que nunca en su variedad de registros por la soberbia Melissa McBride. Lo hace después de conocer a Ezekiel, el proclamado rey de la comunidad que está acompañado en todo momento por su portentosa tigresa Shiva.

El director y los guionistas han jugado bien sus cartas a la hora de presentarles a los espectadores al monarca y a su mascota (extraidos del cómic de Robert Kirkman). La audiencia empatiza inmediatamente con la reacción sobreactuada y falsamente infantil de una Carol que no puede más que tomarse a broma la existencia de un lugar así.

La actitud de la que se ha demostrado como la gran superviviente de The Walking Dead, juguetona e irónica, le hace más fácil al espectador creerse la presencia de tan estrafalaria comunidad.

Morgan, por su parte, que ha tenido más tiempo de conocer El Reino mientras Carol estaba postrada en cama, disfruta con la comodidad de un lugar en el que la vida es plácida, tranquila y todo funciona a la perfección a través de la cooperación de sus habitantes. Una idea de comunidad tan desquiciada que solo puede funcionar.

Eso sí, después de ya seis temporadas completas de The Walking Dead uno no puede evitar pensar, viendo la prosperidad del lugar, cuánto tiempo van a tardar Rick y los suyos en destrozar lo que tanto tiempo y esfuerzo les ha costado edificar.

Los símbolos como adhesivo social

The Walking Dead siempre gana cuando aumenta la carga metafórica de sus personajes y de sus comunidades humanas. Con la presentación de El Reino, la serie está presentado un nuevo tipo de pueblo postapocalíptico: el que se sustenta sobre símbolos, jerarquía y liturgias.

Ya no se trata de la bucólica comunidad familiar de la granja de Hershel, ni del liderazgo basado en la fuerza de Rick ni tampoco de la conformación de un grupo a través del miedo, la extorsión y la soberbia de Negan. El Reino se basa simplemente en la necesidad humana de seguridad, con personas que siguen fielmente a un hombre gracias a la potencia de sus símbolos.

Ezekiel se ha ganado el respeto de sus semejantes por su tigresa Shiva, que le otorga una pose majestuosa digna de un monarca, de un primus inter pares.

Pero ese símbolo de fortaleza no es más que eso, una pose, una actuación que sus «súbditos» deciden creer y aceptar con el objetivo de sentirse parte de una comunidad humana y aprovecharse de la cooperación y seguridad que deriva de ella.

En El Reino no hay una opresión visible, no hay mano dura. Solamente unos ciudadanos que hacen la función que les ha sido encomendada.

¿Quién es Ezekiel?

Es el propio rey Ezekiel el que desmonta la imagen que se ha creado sobre sí mismo durante la conversación en la que intenta convencer a Carol de que se quede a vivir allí. El hombre no era más que un cuidador de un zoo que había conseguido el respeto de la tigresa después de salvarla de una muerte segura.

Su majestuosa imagen surgió, en realidad, por casualidad. Pero él no era más que una persona común, igual que había pasado con muchos otros, como Rick o el imponente Negan.

El íntimo acercamiento entre Ezekiel y Carol, por cierto, ha hecho saltar el detector de relaciones amorosas de los espectadores de The Walking Dead, que han convertido ambos nombres en trending topic. Muchos de ellos se lamentaban de estos indicios románticos, ya que veían completamente segura la (improbable) relación entre Carol y el motero Daryl.

La simpática escena final, en la que Ezekiel invita a la superviviente a comer las tan tediosas (en eso estamos de acuerdo, Carol) granadas, no hace más que prever el inminente inicio de un interés amoroso entre ambos.

La amenaza de Negan

Aunque el nuevo villano de The Walking Dead no aparece como tal en este capítulo, su presencia está implícita en la aparición de Los Salvadores, que se quedan con parte de la producción del muy próspero Reino.

Queda mucho por saber sobre la relación entre ambas comunidades, pero según las declaraciones del actor que da vida a Ezekiel, Khary Payton, podría ser incluso que ninguno de los habitantes de este nuevo lugar hayan conocido a Negan (y, por lo tanto, tampoco hubieran conocido el toque mortal de Lucille).

Parece que, a diferencia del grupo de Rick en The Walking Dead, Ezekiel aceptó las draconianas condiciones de Los Salvadores a cambio de mantener a salvo a los habitantes de su ciudad. Es probable, de todos modos, que esto cambie en el momento en el que entren en contacto con los de Alexandria.

La relación entre El Reino y Los Salvadores, aunque cordial, no parece ser precisamente amistosa, como deja entrever el hecho de que antes de darles los cerdos a los de Negan permitan que los cochinos se alimenten de carne de zombi.

Pero es necesaria para mantener el status quo. Una monarquía como la de Ezekiel se sustenta en sus símbolos, sí, pero solo tienen sentido cuando se dan otras condiciones básicas: la prosperidad, la seguridad y la tranquilidad.