Catarsis colectiva

Beatriz Pallas ENCADENADOS

TELEVISIÓN

30 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Aquella noche del año 2002 en la que Rosa de España se convirtió en ganadora de la primera edición de Operación triunfo, las calles del país estaban más desiertas que en la final de un mundial de fútbol. El recital en directo que mañana protagonizará en La 1 la primera hornada de participantes de aquel concurso pionero en la caza de talentos promete ser una catarsis colectiva en la que muchos se reencontrarán con sus propios recuerdos y otros asimilarán, de una vez por todas, que Chenoa y Bisbal podrán cantar su canción (Escondidos) cogidos de la mano e incluso mirándose a los ojos, pero ya nunca serán felices ni comerán perdices juntos. 

Cómo será todavía hoy la resonancia de aquel éxito, familiar incluso para quienes no siguieron el programa, para que una gran cadena se decida a programar en su horario estelar de prime time un concierto en directo, género que nunca ha logrado ganarse la categoría de entretenimiento televisivo en estado puro si no es con aditivos al margen de la música.

Dejando a un lado aquellos Live Aid de los ochenta o algunos monográficos que se programan en Navidad y suponiendo que en los festivales de Eurovisión interesaran más las canciones que el recuento de votos, ningún artista profesional, moderno o clásico, independiente o superventas, goza del espacio privilegiado que van a tener estos supervivientes de la telerrealidad. Carne de psiquiatra, confesaba David Bustamante.