Eco y la televisión

Beatriz Pallas ENCADENADOS

TELEVISIÓN

21 feb 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Hoy no salir en televisión es signo de elegancia». Esta era una de las afirmaciones más punzantes de Umberto Eco sobre los medios de comunicación y la deriva que tomó la pequeña pantalla desde aquella programación en la que él empezó a trabajar, cuando por los espacios culturales de la RAI pasaban invitados que eran figuras colosales del pensamiento, el arte y la cultura del siglo XX. Eco bautizó a aquello como «paleotelevisión», reliquia del pasado reemplazada por la «neotelevisión», esa que solo «habla de sí misma», en la que el entretenimiento impregna todos los géneros y que utiliza el enfrentamiento como imán para que la hinchada no cambie de canal. Eco diagnosticó, con lucidez demostrable, que la televisión de masas «ha promovido al tonto del pueblo» al nivel de estrella para que el espectador se sienta reconfortado al creerse superior. Por el contrario, criticó, Internet y las redes sociales han «promovido al tonto del pueblo al nivel de portador de la verdad».

Voces como la suya incomodan porque pinchan y azuzan la capacidad de discernir en medio del caos. La omnipotencia de la vida digital hace pensar a algunos que el conocimiento ha perdido relevancia porque se puede conseguir a golpe de clic, pero una de las reivindicaciones del pensador fue que la necesidad de saber y establecer filtros resulta hoy más perentoria que nunca.