Las buenas intenciones no son suficientes para sostener promesas poco viables. Apenas un par de meses le duró a TVE el compromiso conciliador de adelantar el horario de sus programas estrella para intentar enderezar la nocturnidad congénita de los españoles. Fue aquel un cambio que podría haber tenido alcance sociológico, algo que podría habernos cambiado la vida, pero los índices de audiencia permanecieron inmunes ante su solitaria revolución. Si en algo se modificaron fue para detectar una deserción paulatina que amenazaba con convertir a baluartes como Cuéntame o Águila Roja en simple pelotón.
Aunque TVE, como cadena pública, no debería jugar en la liga de las cuotas, a nadie le gusta perder, así que decretó el juego revuelto y volvió a su minutado original, no sin la reprimenda de la comisión que promueve la conciliación horaria. En la apresurada marcha atrás, para llenar esa media hora que quedaba entre el final del Telediario y las diez y media, surgió una versión diaria de Viaje al centro de la tele, un zapping temático por las curiosidades del archivo de TVE con la gran baza de Santiago Segura en el papel de narrador mordaz. No es que por el momento El hormiguero ni El intermedio teman por sus dominios, pero un programa que parecía nacer como un parche coyuntural logró esta semana mejorar la audiencia de una cadena muy necesitada de acreditar triunfos.