Jordi y el lobo

Beatriz Pallas ENCADENADOS

TELEVISIÓN

13 may 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Pensaban algunos que conseguir de los terroristas que se arrepintieran y pidieran perdón era lo mínimo que se podía esperar de quienes han sembrado el horror. La polémica generada por el último programa de Salvados con los argumentos del etarra que lideró el comando Santander, arrepentido después de 22 años de cárcel, puso en evidencia los miles de obstáculos dolorosos que hacen difícil digerir el relato del entrevistado.

Jordi Évole se adentró el domingo en el bosque en compañía de un lobo que ofreció un estremecedor retrato de sí mismo como cordero abducido, sin criterio y en el doble papel de víctima y verdugo. A gran parte de aquellos que han sufrido el terrorismo en carne propia les indignó lo que interpretaron como un intento de blanquear una historia regada de sangre. Hubo quienes acusaron al presentador de propagandista, mientras que otros valoraron por encima de todo su discurso crítico y demoledor con los procedimientos de la banda.

Évole, en el papel más contenido de su vida, casi desapareció de la escena. Formuló menos preguntas que nunca para dejar hablar, en el horario de máxima audiencia, a un etarra sin capucha que buscaba una empatía que no existió. El canto de los pájaros fue la única banda sonora de los largos y pesados silencios que interrumpían un monólogo sobrecogedor que dejó el aire lleno de preguntas.