«Cómo me alegro de verte ahí»
Cuando días más tarde, después de que Olvido suplicase a las cámaras que quería dejar el encierro, el público desterró de la casa a la exconcejala, Belén creyó ver en su veredicto un guiño, una palmada en la espalda, un gesto de apoyo. Pero todo ese entusiasmo, que Belén fue incapaz de contener durante la despedida de la recién expulsada concursante -«Cómo me alegro de verte ahí»-, se esfumó en el momento en el que, imprevisiblemente, la audiencia le regaló un potente abucheo en lugar de una sonora ovación. Fue el principio del final. En comienzo de la oxidación del mito.
Y además, trampas
A pesar de que ella sigue, erre que erre, defendiendo que no es una tramposa y que si lo fuese, el programa la hubiese largado ya, lo cierto es que Belén Esteban no fue del todo fiel a las normas del concurso durante unas nominaciones. El procedimiento era sencillo: Gran Hermano VIP iba llamando, uno por uno, a los habitantes de la casa para que, una vez en el confesionario, eligiesen uno de dos teléfonos. O el rojo o el verde. Según el color escogido, debían nominar a dos (verde) o a tres de sus compañeros (rojo). Tras cantar los nombres, la instrucción era regresar con el resto de concursantes en el más absoluto silencio, sin desvelar el juego telefónico y mucho menos su significado. Belén no debió entenderlo bien. O se olvidó de las cámaras. O, simplementes le dió completamente igual. El caso es que llegó a la mesa de la cocina y le chivó a Ylenia y al torero la mecánica de las nominaciones, azuzándoles a levantar el teléfono rojo. Cuando Telecinco detectó la irregularidad, paralizó las votaciones y obligó a los concursantes a volver a nominar. Repitieron las votaciones, pero, ingenuamente, creyeron que la dirección habría sancionado directamente a la de San Blas colocándola en la palestra. Pero no. Ella nada dijo. Y con ese golpe maestro, Belén Esteban consiguió, una semana más, salir ilesa de las designaciones.