Pedro Alonso: «Las series son seres vivos»

beatriz pallas REDACCIÓN / LA VOZ

TELEVISIÓN

BENITO ORDÓÑEZ

El padre Casares vuelve a Louredo y llegará los domingos a TVG

16 ene 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Vuelve el padre Casares. El de verdad. El que da nombre a la veterana serie que alcanzó una larga vida propia después de que su protagonista dejase Louredo para marcharse a las misiones. Ahora regresa, con una nueva condición, en la 14.ª entrega de Padre Casares, que se emite los domingos en TVG. Para el actor Pedro Alonso (Vigo, 1971), también embarcado esta temporada en la gira de teatro de Los justos, de Albert Camus, ha sido como volver a casa.

-¿Qué supone regresar a Louredo después de tres años de ausencia?

-Es una pregunta difícil. Supone un ejercicio de fe, porque en el arranque de la serie ocurrió algo muy especial, una confluencia de factores que me hizo ver que se podía trabajar muy en serio y haciendo un trabajo de calidad en Galicia. Ahora supone volver a casa, es una sensación reconfortante. Carlos Portela fue quien me dio el empujón para volver y, así como en un momento dado pensé que era bueno irse, ahora creo que puedo poner mi grano de arena en cosas en las que hay que creer.

-¿Por qué se fue?

-Había vivido cosas muy buenas y pensé que era necesario un cambio de ciclo, igual que ahora pienso que es bueno volver de visita. Tengo ganas de sumar y de recuperar aquella sintonía que hubo entre todos. Recuerdo un montón de momentos contagiosos en que lo pasábamos muy bien y los diferentes perfiles de cada uno de nosotros sumaban de un modo muy genuino.

-La serie ha vivido casi tantos años con el padre Casares como sin él. ¿A qué atribuye que la ficción sobreviva sin el que fue su protagonista?

-La audiencia gallega es espectacular y con un sentido de la lealtad asombroso. Se demostró que la serie iba más allá del personaje del padre Casares. Louredo es un estado de ánimo y la audiencia sintonizó con él. Nadie es imprescindible y las series, cuando duran tanto, son seres vivos que evolucionan como la vida misma.

-Sus dos grandes papeles televisivos se mueven entre el cielo del padre Casares y el infierno de Don Diego, en «Gran hotel». ¿En qué entorno se siente más a gusto?

-Con el padre Casares fui el primer sorprendido por la sintonía que sentí con el personaje, pero también me lo he pasado muy bien haciendo de Diego. Poder recorrer matices diferentes y personajes tan contrastados es algo que valoro muy positivamente. Lo importante es que los personajes y las historias tengan alma y trabajar con un equipo que te haga comprometerte en serio.

-En el festival de Montecarlo del 2009, llegó a estar nominado a mejor actor, junto con Morris, con los protagonistas de «Perdidos» y «Mad Men».

-Cuando me lo dijeron pensé que se trataba de una broma, pero me pareció esperanzador que estuviera nominada una serie gallega que se hacía con el dinero con el que Mad Men paga el cátering. Eso demuestra que está hecha con esmero. Cuando empecé, el nivel profesional del audiovisual de Galicia llamaba la atención fuera y me da pena pensar que todo lo que se había hecho se pueda ir perdiendo por la dificultad de estos tiempos. Los actores salimos adonde hay trabajo y sería muy saludable que se pudiese normalizar el hecho de trabajar aquí en casa.