El auge de la exposición de la vida privada en la pequeña pantalla

victoria toro NUEVA YORK / CORRESPONSAL

TELEVISIÓN

El género de los «reality shows» vio la luz en 1989 y no deja de crecer

17 sep 2012 . Actualizado a las 06:00 h.

En 1989 un nuevo programa de televisión llegó a las pantallas estadounidenses, Cops, cuya traducción podría ser Polis. El programa, cuyos capítulos aún se emiten, seguía a policías de verdad en su trabajo. Cops tuvo un gran éxito inmediato, pero, por encima de todo, es la idea que dio origen a una nueva forma de hacer televisión, porque se le considera el primer reality show de la historia.

A partir de él, las variaciones se cuentan por centenares, pero, en el fondo, todos se basan en la misma idea: que lo que el espectador vea no sea ficción, sino realidad, ya sea la de una mujer que intenta sobrevivir en la selva, un cocinero que sufre por preparar el mejor plato o un grupo de desconocidos conviviendo en una casa como en Gran Hermano, rey de la telerrealidad. Una realidad entre comillas, claro, porque aunque en general los participantes son personas normales y corrientes, los programas tienen directores, guionistas y todos los profesionales que cualquier otra serie, para crear un producto entretenido.

Hay programas para buscar cantantes, modelos o actores. Se han hecho incluso algunos en los que los participantes se hacen cirugía estética (uno de los más populares ofrecía la posibilidad de tener la cara de algún famoso). También son favoritos del público los realities cuyo objetivo es adelgazar (por supuesto, quien más peso pierde, gana). Es el caso de Dale con ganas, que la cadena Univisión emite desde hace dos temporadas, y en el que los miembros con sobrepeso de una familia compiten contra otras dos, y la que consiga adelgazar más gana 250.000 dólares.

Estrellas

Muchos participantes de estos programas se han convertido en estrellas. Es el caso de la cantante Jennifer Hudson, que participó en American Idol, el más famoso de los que buscan talentos y que lleva once temporadas en antena. Curiosamente, Hudson no solo no ganó sino que quedó la séptima, pero es la que más lejos ha llegado en su carrera tras dejar el reality.

En otros casos, algunos concursantes se hacen tan famosos que acaban teniendo su propio programa. Como la niña Alana Honey Boo Boo, que con solo siete años participó en un concurso que creó polémica llamado Tooddlers & Tiaras, sobre niñas que participan en concursos de belleza infantil, aunque vestidas y maquilladas como adultas.

Y es que si los espectadores quieren ver las vidas de los demás, las cadenas se encargan de mostrárselas. Hay programas como el que protagonizan unas cuantas mujeres de jugadores de la NBA en el que se limitan a demostrar que son «ricas y famosas», o aquel en el que se busca al nuevo mejor amigo de Paris Hilton, o el que durante varias temporadas enseñó las interioridades de la familia del músico Ozzy Osbourne. O aquel llamado Who do you think you are (¿Quién te crees que eres?) en el que las celebrities rastrean sus orígenes y que al actor Martin Sheen le llevó a Galicia en busca de información sobre sus tíos. Por otro lado están los shows como el de las hermanas Kardashian o el que va a protagonizar el nadador Michael Phelps.

Uno de los últimos en ver la luz ha sido Abby & Britany, protagonizado por dos hermanas siamesas estadounidenses. Y esta misma semana el canal Divinity estrena De fiesta con Dina y Reforma Exprés, como parte de su programación dedicada al espacio de este género llamado We love realities.

Aunque empezara décadas atrás con Cops, la exposición de la vida privada ante la pequeña pantalla sigue en auge.