Redford y Pitt, dos guapos y rubios espías en apuros

Miguel Anxo Fernández REDACCIÓN.

TELEVISIÓN

14 ene 2011 . Actualizado a las 02:00 h.

Hoy, 22.00 horas, «Spy Game»

La Universal jugaba sobre seguro cuando logró reunir en el mismo cartel a Robert Redford (símbolo sexual por excelencia de los setenta y todavía con vigencia de estrella) y a Brad Pitt (el mismo rol, pero en los noventa), invitando para su realización a Tony Scott, hermano menor de Ridley, acreditado ante la taquilla con exitazos previos como Top Gun (1986) y Superdetective en Hollywood 2 (1987), entre muchos otros a mayor gloria del espectáculo.

Caracterizado por un estilo de acción vibrante a base de montaje electrizante y con recursos visuales heredados de la práctica publicitaria, Tony sirvió con Spy Game uno de sus trabajos mejor valorados por la crítica en cuanto a cine de género, destacando como principal virtud su entretenimiento al margen de otras aspiraciones.

Redford (65 años) y Pitt (38) son maestro y discípulo respectivamente en el complejo arte del espionaje para la omnipresente CIA norteamericana. El primero tiene callo en el oficio, aparte de una fuerte dosis de descreimiento como perteneciente a la vieja escuela. Además, se dispone a jubilarse. El segundo es todo lo contrario, un tipo impulsivo que no calibra los riesgos del oficio y se mete en un berenjenal del que la Agencia nada hará por sacarlo para evitar males mayores entre dos superpotencias.

Es entonces cuando el primero sopesará sus compromisos profesionales y tomará cartas en el asunto motivado por un plus de amistad y afecto entre ambos. Estamos en la República Popular China, en 1991, malos tiempos para alegrías en el país de la bandera roja y la estrella amarilla, que se pasa los derechos humanos por el arco del triunfo. A Pitt le pillan en la pomada y se disponen a pasarlo por las armas en apenas 24 horas. Redford tiene muy poco plazo para iniciar un arriesgado plan de rescate.

Gran presupuesto

Con semejante premisa realista, aunque trufada de situaciones inverosímiles sazonadas con recursos de género, Tony Scott propone un espectáculo de casi dos horas de duración acompañado de un acertado elenco de secundarios. Con localizaciones por varios lugares del mundo y 86 millones de presupuesto, Spy Game logró su principal objetivo: entretener y salir bien parada en taquilla.