De Niro y Hoffman: la extraña pareja

Miguel Anxo Fernández

TELEVISIÓN

La cadena privada gallega emite «Nadie es perfecto» de Joel Schumacher a las 22.00 horas

15 oct 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Cuando Joel Schumacher filma Nadie es perfecto (22.00) ya era un autor consolidado entre los directores de Hollywood desde que debutara en 1981 con la muy personal La increíble mujer menguante para iniciar una carrera que le llevaría a éxitos de taquilla como Jóvenes ocultos (1987) y Línea mortal (1990), junto a otros de crítica como Un día de furia (1992) además de adaptar el best seller de John Grisham, El cliente (1994), y de dirigir los muy cuestionados Batman Forever (1995) y Batman & Robin (1997). Su óptima situación ante la industria, le permitió afrontar Nadie es perfecto como una obra personal basada en un guión propio, además de convencer a un actor consagrado como Robert de Niro y al casi principiante Philip Seymour Hoffman, que hasta entonces había ejercido como actor de reparto.

La trama reflexiona sobre el temor a lo desconocido y sobre lo poco o nada que hacemos para superarlo. Schumacher localiza su guión en un edificio de la zona baja del este de Nueva York. Allí reside el ex marine, homófobo, tipo duro y muy conservador, Walt Koontz. En el piso superior lo hace Rusty, que está en sus antípodas ideológicas y vitales, además de drag queen apasionado de la canción. Como es de suponer, Koontz no le soporta. Una noche, este escucha follón arriba, agarra su pistola y va resuelto a solucionar el problema.

La situación deriva en una apoplejía que deja a Koontz con una seria minusvalía cuyo tratamiento le llevará a recibir terapia por parte de? Rusty. A partir de esa premisa, Schumacher propone el acercamiento progresivo de ambos vecinos por la vía de que en el fondo siendo diferentes no son tan dispares.

Producida en un tiempo en el que Hollywood comenzaba a sacarse la venda de los ojos en cuanto a tabúes sociales como la homosexualidad o el travestismo, Schumacher opta por dar a su historia un tono de comedia por momentos algo salida del carril. Aunque coproducida por la mítica MGM, quien realmente tuvo la última palabra rodaje fue la productora Tribeca del propio De Niro. Sin duda el principal valor de la película, aparte su cuidada factura técnica, es el espléndido trabajo que realizan ambos actores aportando a sus personajes los matices necesarios que derivarán quizá en una reconciliación después de su declarada antipatía mutua.