Las ricas enganchan a la audiencia

Sandra Faginas Souto
Sandra Faginas REDACCIÓN/LA VOZ.

TELEVISIÓN

Los espacios en que se muestra la vida de los que más tienen, como el recién estrenado en La Sexta, se imponen como narcótico social en plena crisis

22 may 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

En plena crisis económica, cuando el paro supera el 20% y el Gobierno amaga con un impuesto a los más ricos, La Sexta se cobra una audiencia exitosa con un docu-reality, Mujeres ricas, que se consolida en la parrilla. Consiguió el mejor share en un estreno de la cadena (14%) y esta semana mantiene un buen resultado (10,7%).

Entre el morbo más obsceno y el capricho de quien no tiene nada que hacer con su tiempo, los espectadores se han ido aficionando a estos espacios que muestran el lujo inalcanzable. Callejeros, el programa estrella de Cuatro, repetía el domingo un capítulo dedicado a la vida exclusiva de los pijos de La Moraleja. Y sigue ofreciendo cada semana la vida exquisita de las mujeres famosas de Los Ángeles, en Casadas con Hollywood. Pero La Sexta, que también emite ¿Quién vive ahí?, donde el espectador se sumerge en los miles de metros cuadrados de las mejores casas de España, ha abierto la brecha con Mujeres ricas por su descaro.

La meta: hacerse las uñas

Cinco mujeres, más floreros que empresarias -si se exceptúa a Olivia Valère, conocida por su famosísima discoteca marbellí-, nos revelan sus incontinencias en el uso del dinero, con frases tan memorables como la de Mariana Nannis: «Soy una enferma, lo sé», por poseer más de un millón de euros en su vestidor. Esta mujer, cuyo mérito vital es haberse casado con el futbolista argentino Claudio Caniggia, parece sacada de una telenovela, al estilo de Patito feo, con tres hijos adolescentes criados en la abundancia de la desidia. «A ver, Charlotte, ¿qué vas a hacer hoy?», le pregunta la madre. «No sé... Las uñas», balbucea la hija. La misma cría que esta semana sentenciaba caprichosa y divina: «Mi madre suele comprarme todo lo que quiero». Hacerse las uñas, gastarse más de 30.000 euros en una tarde en ropa, practicar pole-dance (bailar a lo estríper subida a una barra) son algunas de las excentricidades de esta madre e hija. Porque efectivamente Mujeres ricas ahonda en ese perfil de mujer adinerada preocupada por la estética y el lujo desmedido.

Un Miró como capricho

«Cari, por favor, cómprame el Miró» es una frase de Mar Segura, aficionada al arte (por el arte de la pasta), cuya obsesión es celebrar sus cumpleaños a lo grande para brillar vestida de Galiano entre el champán «súper, no, hiperfrío». Las hermanas Collado, recién separadas, rematan este quinteto de quienes tienen por objetivo diario jugar al pádel, montar en un deportivo y arreglarse el pellejo facial. Ponerse en las manos del doctor Chann es una recompensa celebrada: «Pincha a Demi Moore, pincha a las mejores».

Pero el misterio de la audiencia es así, saber que a veces el dinero y la inteligencia van reñidos, saber que poseer todo lleva al aburrimiento, saber que el capricho es ilimitado e insatisfactorio es la recompensa de quienes semanalmente se enganchan a este nuevo formato en una época en la que el dinero de los ricos es, como el fútbol, el narcótico social.