El personaje El valenciano, que ayer recogió el Premio Nacional de Arquitectura, reclamó para las edificaciones el mismo derecho de propiedad intelectual que tiene una pintura
28 jun 2007 . Actualizado a las 07:00 h.«La arquitectura es un arte, como la música, la pintura o la escultura, pero al servicio de la sociedad. Su reto es hoy mejorar la calidad de vida en las ciudades y proporcionar optimismo a sus habitantes». Santiago Calatrava volvía a enunciar su máxima al recibir el enésimo reconocimiento en su brillante y ascendente carrera, el Premio Nacional de Arquitectura, «por su excepcional trayectoria» y «su reconocimiento internacional», que el apreciado arquitecto recogía ayer en Madrid de manos de la titular del Ministerio de la Vivienda, María Antonia Trujillo. El reconocido arquitecto -que cuenta entre sus futuros proyectos el intercambiador del nuevo World Trade Center de Nueva York o la Fordham Spire (Chicago), una torre de viviendas de 610 metros que será el edifico más grande de EE.?UU. - se refirió a dos de sus obras que han generado más polémica, sus puentes para Bilbao y Venecia, y se mostró comprensivo con las críticas. En el caso del puente bilbaíno, el gran arquitecto valenciano volvió a reivindicar su derecho de autoría plena y defendió que una obra de ingeniería o arquitectura «merece el mismo respeto y tiene el mismo derecho de propiedad intelectual que una pintura o una escultura». Más comprensivo se mostró con las protestas contra el puente del gran canal veneciano y que ha levantado críticas para todos los gustos: «Venecia es recorrer páginas muy brillantes de la historia de la arquitectura. Construir allí es el sueño y el máximo honor de cualquier arquitecto, de modo que los venecianos tienen todo el derecho a expresar sus opiniones sobre los elementos arquitectónicos con los que van a convivir», aseguró. Para Calatrava, es algo «positivo» que haya tantas trabas para construir en Venecia. «Aquí en Madrid, en la Castellana [en la sede el ministerio que se alza en el paseo] ha sido relativamente fácil destruir palacetes para construir todo tipo de edificios, entre ellos edificios de valor dudoso», lamentaba.