Francisco Brines sucede a Buero Vallejo en el sillón X de la Real Academia Española

Miguel Lorenci MADRID

TELEVISIÓN

21 may 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

Francisco Brines (Oliva, Valencia, 1932) buscó el amparo y el «magisterio ético» de otro poeta genial, Luis Cernuda, al convertirse en miembro de pleno derecho de la Real Academia Española. Electo desde el 2001, Brines ingresó en la docta institución que «limpia, fija y da esplendor» a nuestro idioma de la mano del autor de La realidad y el deseo. Un Cernuda responsable, según Brines, «de los poemas más musculados y más duramente acerados de nuestra poesía». Poesía que Brines reivindica como «escuela de tolerancia». A su admirado colega sevillano dedicó Brines el discurso Unidad y cercanía personal en la poesía de Luis Cernuda. Le contestó el dramaturgo y valedor de su candidatura, Francisco Nieva, que presentó a Brines -cumbre de la generación del 50 con Valente, Ángel González, Claudio Rodríguez o Gil de Biedma- como «el poeta metafísico por excelencia». Brines tomó posesión del sillón X para el que fue elegido hace cinco años y en el que sucede a Antonio Buero Vallejo. Ante sus colegas -más de una veintena presentes de los más de cuarenta académico-, y ataviado con el preceptivo frac, leyó con emoción y voz dubitativa en algunos pasajes. En el salón, no abarrotado esta vez, sí había poetas de todas la generaciones. Elogió con largueza Briones a su antecesor en el primer tramo de su alocución y repasó la trayectoria dramática que convirtió a Buero en «una de las más lúcidas conciencias de la España de la segunda mitad del siglo» en «lo moral, lo existencial, lo cívico y lo político». Evocó después sus primeras emociones poéticas -Bécquer, Rubén Darío, Juan Ramón Jiménez o Antonio Machado-. Se detuvo en Claudio Rodríguez, Rimbaud, Rilke, Eliot o Kavafis, antes de llegar a su «segunda gran conmoción lectora, Luis Cernuda». Por último, repasó la «importante y sorprendente» obra de Cernuda y su «alcance magisterial».