«Hay muchos jóvenes que no pueden mostrar su talento»

La Voz X. F. | REDACCIÓN

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ARTURO PEÑA-ROMANO

Los artistas repasan su larga y fructífera trayectoria musical en «Una canción me trajo aquí», un espectáculo que mañana llega al Palacio de la Ópera de A Coruña

24 abr 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

Su espectáculo se titula Una canción me trajo aquí , pero en realidad el público de Víctor Manuel y Ana Belén pueden disfrutar de hasta 75 temas de los artistas en un concierto que repasa una larga y fructífera carrera musical. Después de la grabación en cedé y DVD de este particular grandes éxitos, el espectáculo está recorriendo el país y mañana recalará en A Coruña (Palacio de la Ópera, 21.00 horas), para unas semanas después regresar a Pontevedra. La vista coruñesa le hace especial ilusión a la pareja: no en vano en esta ciudad les presentaron y nació su relación. «Bueno, aparte de esa razón, siempre nos encanta volver a A Coruña, donde hemos tocado muchísimas veces», dice Víctor Manuel. -¿Cómo ha afrontado la tarea de resumir en un solo concierto una carrera de tantas canciones? -Algunas ya eran fijas, las más conocidas, digamos. Otras se habían caído con el paso del tiempo y las hemos recuperado. El espectáculo se divide en cuatro bloques y, aunque es difícil de explicar, es muy fácil de ver. Algunos temas que parecían no tener sentido, quizá porque no se conocían tanto, encajan muy bien en el concepto. -Se han reencontrado con composiciones antiguas, ¿les sorprendieron? -Ocurre con algunas canciones por su temática. Canciones de hace treinta años que la gente ha puesto en su sitio. Tú la cantas y hoy la gente sabe que las cosas ya no son así, que han cambiado, pero se emocionan desde ese recuerdo. Y, además, no todos los días son iguales, cada concierto está vivo y tenemos respuestas diferentes. -Pero algunas cosas no habrán cambiado. ¿Qué siente cuando ve que aquello contra lo que protestaba hace treinta años permanece igual de mal? -Las cosas son así y las afronto como el resto de las personas. Algunas cosas se arrastran, se demoran... En el primer mundo seguimos instalados en esta imagen de la eterna felicidad, de vacaciones permanentes, mientras tenemos a braceros que nos limpian los váteres y nos hacen el trabajo que nosotros rechazamos. Yo he cantado para muchos gallegos y asturianos que trabajaban en Suiza o Alemania y vivían en unas condiciones a veces infrahumanas, algo que ahora pasa con la inmigración aquí. Hay cosas que parece que no existe la voluntad de cambiarlas. -¿Ha cambiado entonces el papel del artista? ¿Qué compromiso debería asumir? -Antes se entendía el compromiso desde una militancia muy estricta. Ahora existen muchas posibilidades para hacer cosas, en oenegés y otras organizaciones. La gente tiene más vías para expresarse e implicarse en lo que cree. -Su hijo también es músico y colabora con usted. -Estamos muy en contacto. David se ha preparado mucho y hace muy bien su trabajo. De hecho, me apetece volver a grabar para poder contar con él. Hay muchos jóvenes muy bien preparados, pero no tienen capacidad para mostrar su talento. Cuando llegan al momento de grabar se produce un cuello de botella, hay saturación, las empresas están tan mal administradas... -Una curiosidad. ¿Ha visto últimamente a Arguiñano? -No, y suelo verlo, para hacer hambre. -Se puso a cantar un clásico y se paró porque en una entrevista usted comentó que ese repertorio era para Arguiñano. Así que le lanzó el mensaje de que a ver si usted se renueva. -(Ríe). A él le pasa lo que a mucha gente, que quieren que les cantes las canciones de cuando tenían 20 años. Él canta y lo sitúo perfectamente: entre el 65 y el 70. Debió de ser muy feliz entonces. Me parece un gran cocinero y un excelente comunicador.