La Fundación Caixa Galicia abre en A Coruña una sede para el futuro

Camilo Franco REDACCIÓN

TELEVISIÓN

Una fachada inclinada define el carácter de una construcción «inteligente y sensible» El coste total del edificio diseñado por Nicholas Grimshaw se calcula entre 35 y 40 millones de euros

23 mar 2006 . Actualizado a las 06:00 h.

Una década después de la decisión de construirlo, el edificio coruñés de la Fundación Caixa Galicia será inaugurado hoy ofreciendo una arquitectura «inteligente y sensible», en palabras de José Luis Méndez, y con la vocación de materializar la visión de una «Galicia nova». El director general de la entidad, José Luis Méndez, interpretó el edificio diseñado por Nicholas Grimshaw como «una obra de arte pensada para el presente y el futuro» y en la que se tienen en cuenta algunas de las características fundamentales del pasado. Con un coste de entre 35 y 40 millones de euros, según Méndez, algunas de las soluciones arquitectónicas y de ingeniería utilizadas en la nueva sede de la Fundación Caixa Galicia «no serían posibles hace más de una década, pero la decisión que tomamos al poner en marcha el proyecto fue la de utilizar todas las posibilidades de la modernidad». La intención fue conseguir «un edificio casi transparente, que aprovecha la luz de levante y poniente, como hacían los edificios de nuestros abuelos». La fachada inclinada y su remate curvo es el elemento más llamativo de esta nueva construcción. Esta inclinación que se abre a medida que crece el edificio permite, además de la «audacia estética» que la luz natural baje hasta las primeras plantas de sótanos. Sobre la fachada discurren dos ascensores panorámicos que, según Méndez, son los más altos de Europa en trayecto inclinado. La fachada, además, incorpora una pantalla en la que se podrán ver desde el exterior videocreaciones. El interior del edificio se ha entendido, según el director general de la entidad, como «un contenedor» dispuesto a dar respuesta a necesidad muy variadas, pero siempre teniendo en cuenta las características de una sociedad muy volcada en lo tecnológico. Méndez aseguró que «ni ahora ni dentro de cincuenta años se entenderá la vida sin un ordenador y el edificio lo tiene en cuenta». Seis plantas sobre la rasante de la calle y otras cuatro en el subsuelo completan un edificio «encajado» en un espacio limitado pero «emblemático» para la ciudad. La escasez de espacio obligó a utilizar soluciones de ingeniería avanzada en su construcción. En especial para profundizar los 28 metros con los que la sede se alarga bajo la calle y el nivel del mar, lo que obligó a la construcción de una cubeta que impidiera las filtraciones de agua. El aprovechamiento del espacio del proyecto de Grimshaw traslado la maquinaria del edificio al cuarto sótano y la mayor parte de la infraestructura de acondicionamiento del aire a los laterales del edificio.