«Era republicano antes de invitar a Letizia y seguí siéndolo después»

Mercedes Rodríguez MADRID

TELEVISIÓN

José Simal

Entrevista a Joaquín Sabina Después de dos años de silencio, el cantante jienense edita el álbum «Alivio de luto» y prepara con entusiasmo la gira de conciertos que comenzará en noviembre.

19 sep 2005 . Actualizado a las 07:00 h.

Alivio de luto es el título del nuevo trabajo discográfico de Joaquín Sabina (Úbeda, 1949), un epígrafe esclarecedor porque se refiere a la condición de su alma. En el 2001, tras sufrir un leve infarto cerebral sin secuelas, se sumió en una depresión de la que está saliendo con ánimo renovado. Las 13 canciones de ese nuevo álbum, que se publica hoy, tienen que ver con todo lo experimentado y con el mundo que lo rodea. Letras que denotan su aliento de poeta, de trovador de verbo acerado. Su voz, más quebrada, tal vez por las marcas de excesos, aunque él dice que ahora es más suya. Y su estilo permanece intacto. Sigue fumando, y bebiendo, pero con moderación. -El título del disco parece esclarecedor, como si se refiriera usted a la salida de un duelo.... -Entregas un disco y tres meses después tienes las entrevistas, cuando ya estás en otra película. Cuando entregué las canciones sí estaba de alivio de luto, por esas cosas que tienen las depresiones, enfermedad que, según leo, es la más común del mundo. Yo creía que eso les pasaba a los demás, no a mí. Vino un día, cuando no me lo esperaba, y un año después se fue. En ese momento de salida del túnel escribí las canciones. Ahora no; ahora estoy en esa euforia previa a los conciertos, que implica otro tipo de nervios, de terror y de entusiasmo. -¿Y qué fue lo que le provocó la entrada en ese túnel? -Quién lo sabe. Tuve un accidente cerebral, pero eso duró tres días, me recuperé perfectamente y, según los médicos, no ha quedado la mínima secuela. Después de eso me fui de gira a México, no noté ningún cambio, y a la vuelta tenía una depresión aplazada, que se transforma en inseguridad, un tipo de fobia al público, a salir a la calle. Afortunadamente tuve unos amigos estupendos, escritores y editores, que, en lugar de gastarme la pasta en psiquiatras, me ayudaron a hacer lo que quise con 16 años y no lo logré porque me puse a cantar: escribir libros, sonetos, publicar coplas en prensa. Ésa fue mi mejor terapia. -En un tema habla de guerras, de tiros. ¿Cómo ve el mundo de hoy? -Estoy aterrorizado. Cayó el muro de Berlín y estupendamente, porque lo que había detrás era algo horrible. Pero lo que existe ahora, este mundo fundamentalista, unipolar, de pensamiento único, de guerras ilegales e injustas que no dejan más que muerte y destrucción, que no tienen previsto nada para después... Un imperio hecho por gente que no ha leído un libro en su vida, tan fundamentalistas como los que tienen enfrente... Me parece atroz. La pobreza crece cada día, los ricos son más ricos. ¡Qué te voy a decir! Estamos muy asustados, desde el Katrina a Irak, Putin y la putin que los parió a todos. -¿Cómo ve España? -Había una canción de un cantautor italiano... Viva la Italia se llama. Y un día Víctor Manuel y yo nos preguntamos por qué otros pueden decir eso y nosotros no, a menos que seamos Manolo Escobar. Estuve años dando vueltas y llegué a la fórmula del italiano: un me gustas, pero no me gustas, un sí pero no. Es una canción de amor. -¿Cómo recibe un republicano a una princesa, Letizia, que quiere conocerlo? -A cenar a mi casa, un tercer piso de la plaza de Tirso de Molina, invito a quien me da la gana, le hablo de tú a todo el mundo, y no tengo que dar explicaciones a nadie, ni a nadie le pido el carné ni el tratamiento. ¿Que si fue agradable? Era republicano antes de invitarlos y seguí siendo republicano cuando se fueron. -«Quiero y no puedo apretar el acelerador», dice en otra canción. ¿Se encuentra en esa tesitura? -Lo apreté mucho y levanté el pie ya va a hacer cuatro o cinco años. Ya no estoy en los bares todas las noches. Sigo trasnochando, pero con mis amigos, o solo. La nariz sólo me sirve para respirar.