Savater reivindica la aventura en su novela «El gran laberinto»

Tomás García Yebra MADRID

TELEVISIÓN

El autor ha apostado por una narración «pura», sin reflexiones eruditas El filósofo ataca el borreguismo y la pereza mental en una obra destinada a los jóvenes

10 mar 2005 . Actualizado a las 06:00 h.

Se sabía que Fernando Savater (San Sebastián, 1947) era un enamorado de la literatura juvenil. Se sabía que había devorado a Emilio Salgari, Julio Verne, H.G. Wells, JRR Tolkien, Arthur Conan Doyle, Mark Twain y Robert Louis Stevenson, por sólo citar a los más conocidos de una larga nómina de autores que han cultivado este género. Pero lo que casi nadie sabía es que estos escritores continúan en su mesilla de noche. «Me daba pánico adentrarme en un tipo de literatura que me ha proporcionado y me sigue proporcionando tantas satisfacciones, pero finalmente he logrado salvar mis propios prejuicios», dijo Savater, autor de El gran laberinto (Ariel), una novela que arranca en un estadio de fútbol y en la que el autor de La infancia recuperada ataca «el totalitarismo, el borreguismo y la pereza mental». «He pensado en el público juvenil, pero no he olvidado al público adulto; un buen libro juvenil es el que gusta a los mayores y, además, lo leen los jóvenes», añadió. Savater explicó que la idea se la proporcionó Sara, su mujer: «Un día me empezó a hablar de los juegos de rol, de ese tipo de videojuegos que consisten en ir superando una serie de obstáculo hasta conseguir la meta; ese fue el germen de la historia». El filósofo donostiarra ha procurado que la narración fluya con naturalidad, sin impostar reflexiones filosóficas o eruditas. El gran laberinto comienza en un estadio de fútbol. Miles de personas están presenciando un encuentro, pero un encuentro un poco peculiar, pues el partido no se acaba nunca. «La gente está allí, encantada, pero no sabe que lo que está contemplando puede conducir al desastre». Tres chicos y una chica -Fisco, Jaiko, Sara y Amo- serán los encargados de rescatar a estos «alienados» espectadores.