Keanu Reeves vuelve a enfrentarse con el diablo en «Constantine»

Marina de Miguel MADRID

TELEVISIÓN

El actor encarna a un antihéroe atormentado, mitad exorcista mitad James Bond Presentó ayer la película, que se estrena en los cines españoles el próximo 18 de febrero

09 feb 2005 . Actualizado a las 06:00 h.

Después de liderar a la última resistencia humana frente a la invasión de las máquinas en Matrix , Keanu Reeves vuelve a salvar al mundo de las hordas maléficas en C onstantine , película basada en las novelas gráficas Hellblazer (Dc Comics/Vértigo), que ha dirigido Francis Lawrence. Si en Pactar con el Diablo (1997) debía resistir las tentaciones que le proponía su jefe, un satánico Al Pacino, en este largometraje, que se estrenará el próximo 18 de febrero en España, Reeves da vida a John Constantine, un antihéroe a caballo entre el cura del exorcista y James Bond, dotado con la capacidad de reconocer a los ángeles y demonios híbridos que caminan a sus anchas por la Tierra. Aquejado de un cáncer de pulmón, lucha por mantener el equilibrio entre el bien y el mal para salvar a su alma del infierno, el destino que espera a todos los suicidas -el protagonista intentó matarse siendo adolescente-. «Me encantó el personaje, su sentido del humor, es un hombre ácido. Me gusta su furia y su rabia», explicó el actor ayer durante la presentación del filme en un hotel madrileño. Con un look un tanto desaliñado (barba de varios días, traje oscuro con camiseta) y alejado de la sotana futurista que lucía en Matrix , Reeves, nacido en Beirut (Líbano) en 1964, se mostró cortés y un tanto parco en palabras. Además de fumar compulsivamente, un mal hábito que Reeves afirmó compartir con su personaje, Constantine se dedica a devolver la escoria maléfica a su casa. Para ello no duda en emplear salmos en latín y otras armas singulares como por ejemplo aliento de dragón, escarabajos aulladores y, si es necesario, sus propios puños. Consultas a un exorcista El protagonista de Speed , que no se considera un «clásico supersticioso», aunque cuando está en el teatro procura no hacer determinadas cosas, consultó a un exorcista durante el rodaje con el propósito de aprender trucos. «Se tratan temas religiosos, pero espero que nadie se ofenda. La historia está centrada en la redención del protagonista y eso es positivo», explicó Reeves, al tiempo que señaló que no es creyente, porque nadie le inculcó estos valores de niño. A pesar de no haber tenido ninguna experiencia reveladora en alguno de los accidentes que ha sufrido -«No llegué a ver la luz, sólo sentí un miedo aterrador y cómo latía todo mi cuerpo», dijo ayer-, Reeves cree que «la fama cae más cerca del paraíso que del infierno». «Es algo bueno cuando es producto de hacer películas y de tu trabajo, pues te da la posibilidad de seguir trabajando», agregó. Haciendo gala de la extraña videncia que tiene su personaje y de la espiritualidad que derrochó en El pequeño Buda , Reeves confesó que ha visto en Hollywood «ángeles, demonios, tigres, leones, tiburones... Y gente con mucho talento». Raquel Weisz, con la que coincidió en Reacción en cadena -y a la que, en esta ocasión, ni siquiera bes a- da vida a la desesperada agente Ángela Dodson, que recurre a Constantine para resolver la misteriosa muerte de su gemela.